Producción
de programas de Radio: El Guión, La Realización , de Mario Kaplún, Edit. CIESPAL.
Capítulo 2: La Naturaleza
del Medio.
La Empatía :
Los psicólogos llaman empatía
a la capacidad de proyectarnos nosotros mismos en la personalidad de los demás;
a la facultad de anticipar sus
respuestas a nuestros estímulos. Esa aptitud para “ponerse en el pellejo del prójimo” es una de las habilidades
fundamentales para la buena comunicación.
Todos podemos incrementar nuestra competencia para “empatizar”, tratando de situarnos, al
intentar comunicarnos, en el punto de
vista, en la situación de nuestro destinatario.
La empatía s algo tan
importante en la comunicación humana que no es riesgoso afirmar que la mayor
parte de las fallas de comunicación – la desinteligencia,
la falta de entendimiento, la incomunicación
– provienen de que la fuente emisora no ha sabido ponerse en el papel de su
destinatario.
Cuando encontramos a alguien con el que nos entendemos bien, decimos
que ambos sintonizamos; también decimos que, para poder ser bien comprendidos, debemos ponernos en la misma onda del otro.
La empatía es la facultad de
saber “sintonizar” con el oyente, de ponernos en su “onda”.
Para comunicarnos, necesitamos desarrollar
en nosotros esa capacidad de prever las posibles reacciones y respuestas de
nuestro auditorio al mensaje que le estamos dirigiendo.
La verdadera comunicación siempre implica una suerte de interacción: el
oyente está presente en nuestra mente. Él influye en nosotros, así como
nosotros tratamos de influir en él.
La empatía opera aún cuando no podamos conocer personalmente a cada uno
de nuestros oyentes. Aún así, siempre es posible imaginar, visualizar a nuestro
interlocutor.
Por otra parte, nosotros mismos tampoco somos tan diferentes a nuestro
oyente. Muchas de nuestras experiencias y vivencias son comunes con las suyas. Podemos
evocar esas experiencias comunes.
La empatía se hace a
observación, de intuición y también de introspección: si nos observamos a
nosotros mismos, si nos conocemos bien críticamente, sin idealizarnos, vamos
descubriendo actitudes y reacciones nuestras que nos permiten entender mejor a
los demás y a nosotros mismos.
El comunicador tiene que desarrollar al máximo su capacidad de asumir
la situación del oyente popular, tratar de percibir el mundo como éste lo
percibe. Sintonizar con su vida, con su realidad, con su universo cultural. Sentir como él, comprender
como él, captar qué cosas pueden interesarle, hablar su propio lenguaje, hacer
que él se sienta reflejado en el mensaje.
Es a base de empatía, a base
de nuestra capacidad de asumir la situación y el universo mental de nuestro
destinatario, como ése, sintiéndose reflejado y comprendido, podrá superar la
sensación negativa de verticalidad y unidireccionalidad.
La empatía se adquiere a base de una identificación profunda con el
oyente, una identificación que supone observarlo y conocerlo, y a la vez, aprender a quererlo tal como
es, con sus virtudes y con sus carencias.
Dimensión sociológica de
la empatía:
Siempre se habla de la empatía en términos puramente psicológicos. Pero
también hay una dimensión sociológica, menos percibida y subrayada, y que
también es de capital importancia.
La primera preocupación que debiera dictarnos nuestra actitud de
empatía es la de ponernos en lugar del oyente (trabajador, obrero, etc.) para
facilitarle el esfuerzo que le demanda la percepción y asimilación de nuestro
mensaje.
Muchas veces preconizamos soluciones de alimentación, higiene, etc. que
no están al alcance económico de los oyentes.
La empatía debiera servirnos
no solo en la conveniencia intrínseca de ciertas soluciones, sino también en su
costo en relación con los recursos e ingresos reales de nuestro auditorio.
Ser conscientes de que podríamos estar dirigiéndonos a veces a familias que apenas ganan lo indispensable para
subsistir y a las que no les podemos recomendar sin más prácticas que, por
buenas que sean en sí mismas, les están vedadas económicamente.
Antes de explicar los beneficios de la higiene y el aseo a los oyentes
de los barrios marginales, preguntémonos si tienen agua en sus viviendas o qué
sacrificios deben hacer para lograrlo.
Dimensión “ideológica” de
la empatía:
Es la capacidad de saber medir el grado de receptividad al cambio que
pueden tener nuestros oyentes, de modo de ubicar nuestro mensaje
problematizador no más acá pero tampoco más allá de la “dosis” de cambio que él
es capaz de asimilar a esa altura de su
proceso vital. No proponer prematuramente planteamientos o formulaciones que,
en su actual estado de conciencia, él todavía no es capaz de comprender ni de
aceptar.
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