jueves, 28 de junio de 2012

La Empatía:



Producción de programas de Radio: El Guión, La Realización, de Mario Kaplún, Edit. CIESPAL. Capítulo 2: La Naturaleza del Medio.

La Empatía:

Los psicólogos llaman empatía a la capacidad de proyectarnos nosotros mismos en la personalidad de los demás; a la facultad de anticipar sus respuestas a nuestros estímulos. Esa aptitud para “ponerse en el pellejo del prójimo” es una de las habilidades fundamentales para la buena comunicación.
Todos podemos incrementar nuestra competencia para “empatizar”, tratando de situarnos, al intentar comunicarnos, en el punto de vista, en la situación de nuestro destinatario.
La empatía s algo tan importante en la comunicación humana que no es riesgoso afirmar que la mayor parte de las fallas de comunicación – la desinteligencia, la falta de entendimiento, la incomunicación – provienen de que la fuente emisora no ha sabido ponerse en el papel de su destinatario.
Cuando encontramos a alguien con el que nos entendemos bien, decimos que ambos sintonizamos; también decimos que, para poder ser bien comprendidos, debemos ponernos en la misma onda del otro.
La empatía es la facultad de saber “sintonizar”  con el oyente, de ponernos en su “onda”.
Para comunicarnos, necesitamos desarrollar en nosotros esa capacidad de prever las posibles reacciones y respuestas de nuestro auditorio al mensaje que le estamos dirigiendo.
La verdadera comunicación siempre implica una suerte de interacción: el oyente está presente en nuestra mente. Él influye en nosotros, así como nosotros tratamos de influir en él.
La empatía opera aún cuando no podamos conocer personalmente a cada uno de nuestros oyentes. Aún así, siempre es posible imaginar, visualizar a nuestro interlocutor.
Por otra parte, nosotros mismos tampoco somos tan diferentes a nuestro oyente. Muchas de nuestras experiencias y vivencias son comunes con las suyas. Podemos evocar esas experiencias comunes.
La empatía se hace a observación, de intuición y también de introspección: si nos observamos a nosotros mismos, si nos conocemos bien críticamente, sin idealizarnos, vamos descubriendo actitudes y reacciones nuestras que nos permiten entender mejor a los demás y a nosotros mismos.
El comunicador tiene que desarrollar al máximo su capacidad de asumir la situación del oyente popular, tratar de percibir el mundo como éste lo percibe. Sintonizar con su vida, con su realidad, con su  universo cultural. Sentir como él, comprender como él, captar qué cosas pueden interesarle, hablar su propio lenguaje, hacer que él se sienta reflejado en el mensaje.
Es a base de empatía, a base de nuestra capacidad de asumir la situación y el universo mental de nuestro destinatario, como ése, sintiéndose reflejado y comprendido, podrá superar la sensación negativa de verticalidad y unidireccionalidad.
La empatía se adquiere a base de una identificación profunda con el oyente, una identificación que supone observarlo y conocerlo, y a la vez, aprender a quererlo tal como es, con sus virtudes y con sus carencias.

Dimensión sociológica de la empatía:
Siempre se habla de la empatía en términos puramente psicológicos. Pero también hay una dimensión sociológica, menos percibida y subrayada, y que también es de capital importancia.
La primera preocupación que debiera dictarnos nuestra actitud de empatía es la de ponernos en lugar del oyente (trabajador, obrero, etc.) para facilitarle el esfuerzo que le demanda la percepción y asimilación de nuestro mensaje.
Muchas veces preconizamos soluciones de alimentación, higiene, etc. que no están al alcance económico de los oyentes.
La empatía debiera servirnos no solo en la conveniencia intrínseca de ciertas soluciones, sino también en su costo en relación con los recursos e ingresos reales de nuestro auditorio.
Ser conscientes de que podríamos estar dirigiéndonos a veces a familias  que apenas ganan lo indispensable para subsistir y a las que no les podemos recomendar sin más prácticas que, por buenas que sean en sí mismas, les están vedadas económicamente.
Antes de explicar los beneficios de la higiene y el aseo a los oyentes de los barrios marginales, preguntémonos si tienen agua en sus viviendas o qué sacrificios deben hacer para lograrlo.

Dimensión “ideológica” de la empatía:
Es la capacidad de saber medir el grado de receptividad al cambio que pueden tener nuestros oyentes, de modo de ubicar nuestro mensaje problematizador no más acá pero tampoco más allá de la “dosis” de cambio que él es capaz  de asimilar a esa altura de su proceso vital. No proponer prematuramente planteamientos o formulaciones que, en su actual estado de conciencia, él todavía no es capaz de comprender ni de aceptar.

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