domingo, 1 de julio de 2012

LA MOTRICIDAD, CORPOREIDAD Y PEDAGOGÍA DEL MOVIMIENTO EN EDUCACIÓN FÍSICA


LA MOTRICIDAD, CORPOREIDAD Y PEDAGOGÍA DEL MOVIMIENTO
EN EDUCACIÓN FÍSICA
Un asunto que invita a la transdisciplinariedad
Ponencia presentada en el III Congreso Científico Latino Americano – I Simposio
Latino Americano de Motricidad Humana. Universidad Metodista de Piracicaba
UNIMEP. Brasil, abril de 2004.
Margarita María Benjumea Pérez
margarita@edufisica.udea.edu.co
Licenciada en Educación Física, Especialista en Administración Deportiva,
Estudiante de la Maestría en Motricidad y Desarrollo Humano.
Docente del Instituto Universitario de Educación Física y Deporte
Universidad de Antioquia.
Medellín, Colombia, 2004.
Resumen
La Educación Física ha sido el área del conocimiento que tradicionalmente se ha
encargado del estudio e intervención del cuerpo, el movimiento y su pedagogía. El
sustento teórico que la ha soportado proviene de los aportes particulares de
diferentes disciplinas.
En las últimas décadas del siglo XX, hemos sido testigos de significativas
movilizaciones paradigmáticas en torno a la construcción epistemológica del área,
permitiendo una nueva visión conceptual de estas temáticas que hoy nos
convocan y dejando claramente expreso que su tratamiento pedagógico no puede
ser atendido desde asuntos teóricos independientes, sino que se hace necesario
un tejido transdisciplinar, ubicado en un contexto sociocultural que sitúe la
reflexión en torno al propósito disciplinar, humanístico y social del área.
Palabras Clave
Cuerpo, Corporeidad, Movimiento, Motricidad, Educación Física, Pedagogía,
Transdiciplinariedad, Complejidad, Ser humano, Desarrollo Humano.
Para motivar una reflexión sobre los aspectos de la motricidad en educación física,
corporeidad y pedagogía del movimiento, se hace necesario tejer un entramado
conceptual en torno a su comprensión. Estas temáticas requieren ser abordadas
desde la complejidad, dado que plantean toda una historia paradigmática, no solo
desde la Educación Física, sino también desde aquellas posturas científicas de
otras áreas del conocimiento que ponen de manifiesto un pluralismo
epistemológico que nos ha acompañado y acercado a los sentidos que hoy
sustentan la esencia disciplinar.
Los planteamientos que presento se constituyen en el resultado de la evolución
conceptual obtenida a partir de la experiencia profesional en los diferentes campos
y escenarios de la educación física (docencia, administración educativa y
empresarial, proyectos sociales, investigación y otros). Espacios que han
motivado los estudios, la reflexión y la permanente búsqueda de una razón
diferente al deber ser de la Educación Física, entendiendo que desde el rol de
sujeto disciplinar es posible aportar al crecimiento integral humano, a la
construcción de tejido social y al equilibrio cósmico en general.
En los últimos años la transición y metamorfosis de los paradigmas tradicionales
de la disciplina hacia unos más integradores que respondan a la condición
compleja de seres humanos, han podido sentirse de manera significativa, en
algunos espacios de forma más contundente que en otros. Ello ha propiciado una
reflexión que trasciende el diálogo académico al interior del campus universitario,
para ubicarse en esferas más amplias de la cultura en cada sociedad. En este
sentido siempre será necesario favorecer todo tipo de encuentro que permita
compartir inquietudes, sospechas y hallazgos, convirtiéndose en la estrategia más
adecuada para consensuar en torno a nuestro papel en la Educación Física.
Educación Física, cuerpo, corporeidad, movimiento, motricidad y su pedagogía no
pueden ser entendidas como asuntos independientes, ni adecuadamente
abordados desde el ámbito de disciplinas individuales y específicas.
¿Cómo tejer la relación de estas temáticas?
El movimiento y la intervención pedagógica del cuerpo es un asunto que ha sido
encargado a la Educación Física, pero su sustento teórico ha provenido desde el
abordaje de diferentes ciencias. Así, en el área disciplinar se genera actualmente
una amplia discusión frente a la postura dialéctica que se establece entorno al
Cuerpo-Corporeidad, Movimiento-Motricidad y Motricidad-Desarrollo Humano.
Perfilar sus diferencias y convergencias es un elemento importante en la
comprensión epistemológica que sustenta esta temática y que permiten una
lectura objetiva para el entendimiento de estos paradigmas.
Cuerpo – movimiento: un punto de partida
Las posturas filosóficas de Platón y Descartes comienzan la comprensión del ser
humano desde un dualismo que presenta en el Ser la división de 2 sustancias,
espíritu-cuerpo (cuerpo/alma), entendiéndose que existen 2 mundos: el de las
ideas como mundo verdadero y el de las cosas materiales o mundo reflejo. El
alma es sustancia espiritual, cuya esencia es el pensamiento; el cuerpo es
material y su esencia es la extensión. En la postura Aristotélica el cuerpo recobra
su esencia y valor como parte del pensamiento intelectual. El alma, como principio
y fin, y el cuerpo como objeto – instrumento, máquina regida por leyes generales
de la mecánica.
Los legados teóricos que magnifican el mundo de las ideas y que agudizan la
división mente/cuerpo, ponen de manifiesto un dualismo radical que es heredado
durante siglos por las diferentes ciencias y disciplinas, provocando la
fragmentación y un dualismo epistemológico entre las ciencias de lo físico o
naturales y las ciencias del espíritu; unas áreas que estudiarían los fenómenos
físicos del cuerpo y aquellas que se dedicarían al estudio de los fenómenos
espirituales.
Desde el punto de vista del conocimiento científico esta visión dualista del ser
humano devino en la postura filosófica Cartesiana, que constituyó la base teórica
de lo que se entendió por Racionalismo Científico, el cual sostiene básicamente
que el ser humano es la suma de dos sustancias diferentes que se relacionan pero
que no se combinan. Por un lado existe la esencia corporal y por otro la esencia
inteligible o razón. El pensamiento cartesiano pone el cuerpo en una realidad de
objeto-instrumento, y lo que llamamos mente como abstracciones desligadas de la
existencia material específica; de igual forma, el cuerpo se ve reducido al conjunto
desarticulado de estructuras orgánicas, despojándolo de su dimensión psíquica,
espiritual y social.
Este dualismo sostiene la idea de “tengo cuerpo”, como si el cuerpo fuera
separado del sujeto o correspondiera a una realidad distinta a lo que, en definitiva,
constituye la esencia del ser humano. Realidades separadas que llevan a una
visión mecanicista en donde el cuerpo se concibe como máquina, cuerpo
instrumentalizado, cuerpo que no tiene qué ver con la explicación de la realidad
humana
La visión Cartesiana que influencia el desarrollo de las distintas disciplinas y en
particular aquellas áreas encargadas del estudio del cuerpo, fundamentan sus
bases conceptuales en los modelos biologistas y mecanicistas de la medicina, la
fisiología y la física, y centran la comprensión del humano en su “hacer”. Esta idea
tuvo gran influencia en el origen de la Educación Física, como aquella disciplina
encargada de controlar los dominios corporales relacionados con la preparación
del mismo para las ocupaciones, poniendo como sustento de su acción el
rendimiento.
La época de la modernidad es caracterizada por el pensamiento racional y ejerce
mayores mecanismos de control y regulación sobre los cuerpos. En este sentido,
dice Arboleda (1996) “...el cuerpo industrial es un cuerpo duro, pesado, medido,
intervenido, segmentado, racionalizado, matérico, mecanizado, objetivado,
productivo y producido, un cuerpo para ofrecer fuerza de trabajo”.
Este dualismo (mente /cuerpo) y cartesianismo (cuerpo: máquina) ha estado
presente desde la edad antigua y aún en nuestros días se manifiesta como
paradigma dominante en la comprensión dada a la Educación Física por algunos
actores del área.
En este mismo sentido se comprendió el movimiento como un acto meramente
físico-biológico, que permite al individuo moverse en el mundo bajo un proceso
objetivo en el que un punto de masa varía de lugar en un determinado espacio de
tiempo. El ejercicio y la actividad física fueron relacionados con la salud desde la
perspectiva biológica, la higiene, la terapia y el mantenimiento físico para mejorar
el funcionamiento corporal. La naturaleza funcionaba de acuerdo a las leyes
mecánicas y todo en el mundo material podía explicarse en función de la
organización y el movimiento de sus partes.
En la década del 70 se produce un movimiento científico que marcaría
significativas rupturas paradigmáticas en torno al cuerpo y al movimiento. Los
trabajos desde las teorías de la Neuropsicología abordadas por la Psicomotricidad
tienen gran aceptación en las comunidades académicas. Estos postulados,
respaldan la idea de que la realidad mental humana no existe independientemente
del cuerpo donde se realiza; trabajos que tendrían repercusiones mucho más allá
de esta ciencia, para influir la epistemología y la biología y la pedagogía entre
otras.
Se empezó a develar la fundamental e íntima codependencia entre fenómenos
vitales y cognición, entre los principios fundamentales de organización del ser vivo
y la naturaleza del conocimiento, y en el caso de los humanos, entre biología y
lenguaje.
Las artes ponen especial atención a la acción y expresión de lo corporal, como
un lenguaje que integra las áreas motriz cognitiva y afectiva donde a través de su
cuerpo el Ser desarrolla su personalidad y su estilo peculiar de relacionarse con
los otros y con el mundo que lo rodea.
Comienza a cuestionarse el cartesianismo, desarrollando un camino alternativo a
las visiones del empirismo y el idealismo dando posibilidad al inicio de las ciencias
humanas. Surge el constructivismo en forma inicial y se desarrollan los primeros
planteamientos de que la realidad es producto de lo que se que observa, es decir,
el sujeto que conoce es el que entrega sentido al mundo.
Bajo estas nuevas miradas, las diferentes ciencias - entre ellas La Educación
Física - empezaron a sentir la eclosión de variadas tendencias que incursionaron
en sus escenarios y algunas didácticas que determinaron significativamente
nuevas formas de concebir el cuerpo y de percibir el movimiento y su intervención
pedagógica. Es de resaltar los aportes de la teoría de la psicomotricidad que
incursiona en la Educación Física, planteando la concepción de un “cuerpo
pensante”, “educación del movimiento y por el movimiento”, en contraposición a
las teorías mecanicistas – biologistas, de la educación “para” el movimiento que
hasta ese momento direccionaban el hacer de la disciplina. Surgen nuevas
visiones que se acercan a la concepción de cuerpo-sujeto, entendida como una
nueva mirada del desarrollo humano que supera el dualismo cuerpo-mente.
Las nuevas formas de concebir y de interpretar el cuerpo y el movimiento
desbordan la simple y orgánica lectura hecha hasta el momento y devienen en
una concepción integral y compleja del ser, aspectos que tienen asiento en la
corporeidad y en la motricidad.
Corporeidad - Motricidad: Un Cambio Paradigmático
¿El ser humano o humanes tiene un cuerpo o es cuerpo?
Así, la corporeidad se sitúa en una concepción del ser humano como unidad
compleja, contiene en sí misma distintas dimensionalidades a través de las cuales
se manifiesta y desarrolla y, por lo tanto, no es una manifestación en forma aislada
sino, por el contrario, cada dimensionalidad afecta a la otra.
El ser humano posee un cuerpo, pero no es un cuerpo exclusivamente objetual, es
un cuerpo que vive, que es expresión. El Humanes ya no sólo “posee” un cuerpo
qué sólo hace, sino que su existencia es corporeidad, corporeidad que implica
hablar de su integralidad y no de una parte del ser, “esa persona que vive, siente,
piensa, hace cosas, se desplaza, se crece, se emociona, se relaciona con otros y
con el mundo que le rodea” (Trigo, 2000), y a partir de esas relaciones construye
su propio mundo significativo que le sirve para dar sentido a su vida.
La corporeidad es una categoría fenomenológica que entiende que el ser humano
es cuerpo y esto implica una posición desde la complejidad, puesto que desde allí
es posible comprender sus dimensiones; “es posible identificar corporeidad con
humanes” ya que esta es la “condición de presencia, participación y significación
del Hombre en el Mundo” (Zubiri, citado por Manuel Sergio, 1996).
El cuerpo se constituye en una unidad significante (no objeto ni instrumento
pasivo) dotado de sentido; la corporeidad es el modo de ser en el mundo, como
centro de las relaciones de existencia con el medio y con los otros; el cuerpo es el
vehículo de ser en el mundo (M Ponty 1975: 100).
En palabras de Varela (2000), se debe entender al ser humano como una trama
de dimensiones que se encuentran en una interacción dinámica y fluida, en la cual
cada dimensión que es desarrollada afecta a las demás. Necesariamente nos
encontramos con un ser indivisible que no puede ser intervenido ni entendido por
partes sino que por el contrario cada parte actualiza el conjunto y el conjunto
actualiza la parte. Es decir, no es posible hablar del cuerpo como un objeto o en
su defecto decir que se tiene un cuerpo, sino que se es un cuerpo. “Más que
hablar de cuerpo es más pertinente hablar de la corporeidad que consiste en la
experiencia de ser cuerpo” (M Ponty, citado por Zubiri, 1988).
En este sentido, los planteamientos de M. Ponty redefinen la intención que se le
da a las cosas por la vivencia corporal, dando un papel imprescindible a la
Motricidad, la percepción y la gestualidad en la forma en que se capta el
conocimiento y se da sentido a la existencia como un llamado que nos devuelve a
la naturaleza. En sus palabras “el mundo no es lo que yo pienso, sino lo que yo
vivo”, se establece la relación con la vivencia, categoría central en la
fenomenología. El cuerpo, en este contexto, no es objeto, es la conciencia que se
tiene de sí como sujeto, es unidad porque allí se configuran todas las
dimensionalidades del ser, en consecuencia es Corporeidad.
Esta nueva concepción de cuerpo, que bien puede denominarse posmoderna en
tanto hay una intención de recuperar al sujeto, y que plantea superar la racionalidad
característica de la modernidad, da paso al intento de rescatar la subjetividad para
recuperar al sujeto, la corporeidad, la imaginación y los sentimientos; pretende
dejar el discurso hegemónico racionalista del mundo y plantea nuevas formas de
comprender el mundo y al ser humano desde la diferencia, el reconocimiento del
otro, el diálogo y el contexto social e histórico; dado que el ser humano en el
momento en que nace se incorpora a una cultura, se vincula a una comunidad
socialmente constituida e inicia el proceso de humanización o de formación como
sujeto.
La pretensión de incorporar la corporeidad en la Educación Física, emerge a partir
de las reflexiones de Manuel Sergio (1986) quien en su formación doctoral pone
como eje central el estudio de la Motricidad Humana, y coyunturalmente
trabajando en un centro formador de profesores de Educación Física, comienza a
preguntar y tensionar el concepto de Educación Física, buscando respuestas a su
objeto de estudio, sentido y objetivos. De esta manera, llega a comprender que
esta área del conocimiento no tiene una propuesta teórica sólida y rigurosa y
funciona desde una perspectiva eminentemente práctica donde se trabaja el
rendimiento del cuerpo desde el punto de vista físico.
En algunos casos los conceptos de Movimiento y Motricidad han sido
comprendidos al mismo nivel; sin embargo, en los avances epistémico
disciplinares aportados por algunos autores contemporáneos se ofrece un
sustento que marca sus puntos de diferencia y convergencia colocándolos en
niveles de categorías diferentes.
El Movimiento se define como una modificación de lugar de la masa corporal
humana -cuerpo como objeto en el espacio y en el tiempo, vista desde el exterior
como un proceso objetivo y cuya mirada ha sido propuesta desde una postura
mecanicista, tecnicista.
Los nuevos paradigmas consideran el movimiento como una subcategoría de la
motricidad y, en consecuencia, es una de las manifestaciones de ésta, la cual se
centra en un ser humano multidimensional y en un movimiento intencional que
genera trascendencia. Sin embargo, desde la perspectiva de la corporeidad, por
su complejidad, la motricidad desborda el concepto de movimiento. Esta visión
sobre el concepto de movimiento (humano) es infinitamente más vasta, más rica y
más profunda que la visión mecanicista del movimiento ofrecida por la biofisiología
fruto del paradigma cartesiano y de los conceptos newtonianos de la
realidad (Feitosa. 1993: 98).
La Motricidad es una categoría compleja y es sustentada desde las corrientes
fenomenológica y de la complejidad, como también desde las ciencias sociales y
humanas.
Siguiendo el rastro de algunos autores que en las últimas décadas han intentado
dar una postura e interpretación al concepto de motricidad, partiendo de la
Educación Física y presentando una visión más amplia que pone como eje central
la motricidad desde una perspectiva más compleja, se plantea a continuación un
tejido conceptual construido a partir de sus postulados, desde: Gutewort y
Pohlmann (1966), González Muñoz (1993), Contreras (1988), Wey Moreira (1985),
Gomes de Freitas (1998), Brandáo Cavalcanti (1998), M.Yelá (1982), Benilde
Vásquez (1989), Parlebas (1986), Castañer y Camerino (1995), Da Fonseca
(1996), Boscaini (1992), Manuel Sergio ((1987-1996), Carol (2002), Rey y Trigo
(2000), Feitosa(2000), entre otros, puede entenderse que:
La Motricidad es concebida como un fenómeno interdependiente de los procesos
humanos, constituyéndose en su forma de expresión, como acto consciente e
intencionado con características neuro-cibernéticas que incluyen también factores
subjetivos que van más allá de los procesos biológicos y neurofuncionales, para
situarse en un proceso de complejidad humana: cultural, simbólico, social, volitivo,
afectivo, intelectual y además motor, aunque diferenciable por sus particularidades
características dentro del contexto general educativo.
Se evidencia que la motricidad asume como uno de sus componentes el
movimiento (entendido como ejecución mecánica) pero lo trasciende a fenómenos
más integrales y complejos en la comprensión del ser, dado que la motricidad es
una expresión potencial del ser humano quien, por medio de las expresiones
motrices, desarrolla la capacidad de relacionarse consigo mismo, con los otros y
con el mundo físico; transmite y recrea valores determinados cultural, geográfica,
política e históricamente.
La motricidad no es impersonal, se transforma a través de la historia social, en la
conciencia concreta y creadora, acompaña a la corporeidad y ambas no se
distinguen, pues cuando nos movemos es el cuerpo el que se mueve y nuestra
corporeidad la que se manifiesta, es el medio de exploración multisensorial y de
adaptación al entorno.
Podemos entender la motricidad como una energía ontológica y la corporeidad
como la materialización de su energía, implicando la inserción de un cuerpo
humano en un mundo significativo en relación dialéctica del cuerpo consigo
mismo, con otros cuerpos y con los objetos. La motricidad es la capacidad del
hombre para moverse en el mundo y la corporeidad el modo del hombre estar en
él.
La ontogénesis de la motricidad es el corolario de dos herencias: la biológica y la
social. No es un estado abstracto sino la capacidad de desarrollar el propio
potencial personal y responder de forma positiva a los retos del ambiente.
Partiendo de la premisa de que el concepto de motricidad sugiere una serie de
elementos complejos que suceden en el humano y que involucran la conciencia, la
emoción y la integralidad del ser, podemos pensar entonces que muchos autores
han aportado a la transición de esa postura limitadora donde se direcciona sólo el
hacer humano y donde el sujeto en acción es relegado a un último plano.
Este nuevo paradigma de un ser corpóreo dotado de complejidad, expresa toda su
integralidad a través de la motricidad. Así, aleja a la Educación Física de ese
estigma netamente técnico-mecanicista donde se direcciona solo el hacer humano
desde la potenciación de capacidades y habilidades físicas, asignándole el
carácter de una disciplina preocupada por los aspectos del crecimiento, desarrollo
y trascendencia desde la complejidad del ser humano.
Pedagogía de la Motricidad: una invitación a la transdisciplinariedad.
Hablar de la pedagogía de la motricidad es reflexionar en torno a los procesos
educativos y formativos (educabilidad y enseñabilidad) de la motricidad, a través
de la acción motriz.
La pedagogía de la motricidad, vista desde la Educación Física, ha de tener bien
claro que el centro de intención es el sujeto, la persona, con sus posibilidades
físicas de acción y de expresión. No el simple compuesto orgánico humano
estáticamente considerado -objetivo más bien específico de la fisiología- sino la
persona físicamente capaz y físicamente expresiva, es decir “el hombre en
movimiento y capaz de movimiento”, el ser humano activo en sentido corporal con
todas las implicaciones del entorno social en que vive. Es entender que toda su
intencionalidad gira en torno a potencializar el desarrollo humano.
Hablar de lo humano es algo que no compete a ciencias en particular, pues se
trata de desafíos claramente transdisciplinarios. Ello no sería preocupante si la
formación que se entrega a quienes pasan por las instituciones de educación
superior fuera coherente con este desafío. Lamentablemente no es así ya que en
la educación superior, y en particular en los currículos encargados de la formación
de los profesionales de la Educación Física, sigue dominando ampliamente la
enseñanza uni-disciplinaria. Los intentos de incursionar en paradigmas que
proponen el reto de abordar el estudio de los procesos humanos desde su
complejidad, se ven enfrentados a las profundas brechas existentes entre las
posturas de “paradigmas duros” preestablecidos y profundamente arraigados y
aquellos nuevos postulados que proponen el abordaje del conocimiento desde un
entramado multidisciplinar pero tejido en una misma línea para alcanzar la
transdiciplinariedad (Max-Neef, 2003).
La Educación Física se piensa ahora como la ciencia y arte de ayudar al individuo
en el desarrollo intencional (armonioso, natural y progresivo) de sus facultades de
movimiento, y con ellas el resto de sus facultades personales; debe trascender los
fines y objetivos de aprendizaje centrados en el desarrollo y perfeccionamiento de
habilidades, destrezas y capacidades motrices y éstas se constituyen además de
un objetivo de aprendizaje, en un medio de perfeccionamiento global del individuo
en todas sus dimensiones: biológica, afectiva, expresiva y cognitiva.
Busca la potenciación de las conductas humanas propiciando un despliegue de
todas las facultades de la naturaleza humana tendiendo al equilibrio total, para el
desarrollo personal.
La Educación Física interviene en las conductas del ser humano y por ende en su
unidad y globalidad; esto comprende la expresión motriz intencionada de
percepciones, emociones, sentimientos, conocimientos y operaciones cognitivas,
constituyéndose así el movimiento consciente y voluntario en un aspecto
significativo para el ser y portador de significación de su propia conducta. Si
asumimos que el hombre es un cuerpo y es a través de éste como conocemos,
actuamos y transformamos el mundo, nos comprometeremos con la motricidad y
con la Educación Física cuestionando los actuales paradigmas en ciencia y en
educación.
Las tendencias contemporáneas y propuestas curriculares emergentes plantean
un tratamiento transversal de los temas en torno a la motricidad, desde la
perspectiva del desarrollo humano.
La situación actual pone de manifiesto un reto a los interesados en la motricidad
humana al reclamar un enfoque global e integral que rescate al sujeto y a las
múltiples esferas que lo componen porque “el hombre no es conciencia ni cuerpo,
sino consciente y corpóreo” (M.Yela,1982), que reconozca la vivencia del propio
individuo porque “podemos educar el cuerpo, precisamente porque le
concienciamos, le vivenciamos, lo hacemos nuestro” (Vásquez,1986); que asuma
al individuo en una totalidad actuante, ”el agente humano que se mueve”
(Parlebas,1986); y que centre preferentemente su interés en la relación entre las
dimensiones del “hacer” humano (introyectiva/reconocerse, extensiva/interactuar,
proyectiva/comunicar) como una expresión del sistema abierto e inteligente que es
el individuo (Castañer y Camerino,1996).
Sin embargo la situación no se resuelve como frecuentemente se pretende,
creando equipos conformados por especialistas de distintas áreas en torno a un
determinado problema. Encontramos como hoy la Educación Física intenta tejer
sus temáticas desde la perspectiva de otras disciplinas como la antropología,
psicología, pedagogía, filosofía, epistemología, entre otras y no solo desde esos
asuntos neuro-biológicos. Sin embargo se corre el peligro, como puede verse en
muchas experiencias, que con tal mecanismo sólo se alcanzará una acumulación
de visiones desde cada una de las disciplinas presentes.
Cuando se plantea la necesidad de que otras áreas diferentes a las tradicionales
se manifiesten en torno a la construcción del episteme disciplinar se da un gran
paso hacia la multidisciplinariedad como la manera de abordar simultánea o
secuencialmente más de un área del conocimiento. Sin embargo esto no garantiza
que se hagan conexiones entre ellas o que se genere correlación entre dichas
disciplinas. En muchos casos el resultado final no es más que una serie de
informes empastados juntos sin ninguna síntesis integradora.
No se puede perder el norte y debe tenerse la claridad absoluta de que la síntesis
integradora no se logra a través de una acumulación de distintos cerebros,
propuestas, teorías, interpretaciones. Debe ocurrir en cada uno de los cerebros y
para ello se precisa una formación orientada de tal manera que lo haga posible.
La pedagogía del movimiento en la estructura de la gran mayoría de las
universidades que poseen el programa de Educación Física, se da en términos de
facultades y departamentos que refuerzan la formación uni-disciplinaria,
especialmente en el pregrado. De allí que un primer paso hacia la necesaria
transformación debería ser orientado, toda vez que sea posible, hacia áreas
temáticas más que a disciplinas específicas.
Hoy a escala internacional y en algunos países latinoamericanos que presentan
propuestas transformadoras en sus currículos, se plantea convocar a todas las
ciencias sociales y humanas alrededor de su objeto de estudio; intentos que llegan
quizás a la interdisciplinariedad. Así, el propósito de alcanzar la transdisciplina y
propender por el desarrollo humano como fenómeno integral desde toda su
complejidad, no ha pasado de ser un sueño.
La Educación Física y su pedagogía en los paradigmas de la Corporeidad y
La Motricidad
Para acoger el estudio científico de la motricidad en la Educación Física, no es
suficiente un paradigma disgregador, que diferencie entre ciencia natural y ciencia
social. Es necesario aproximarse a un paradigma emergente que recoja la
totalidad humana (pensamiento, sentimiento, sociedad, naturaleza, movimiento).
De esta manera, al analizar la Educación Física dentro de este predicamento y,
más aún, cuando la misma nominación disciplinar menciona una sola dimensión
humana -la física-, ¿qué podemos entender?, que quizás su fundamento
epistémico se sitúa más en tengo un cuerpo…, y ello obedece a una idea técnica e
instrumental. Actualmente se concibe que la Educación Física se ha dejado
permear por nuevos discursos y desde su compromiso con la educación integral,
no se puede trabajar sólo con la dimensión “física”, sino con seres complejos y
multidimensionales. (Manuel Sergio, 1996)
Esta nueva intencionalidad lleva a incorporar entonces la concepción de
corporeidad y por consiguiente de motricidad, puesto que el ser humano, cuando
se mueve, compromete todo su ser en cualquier expresión que realice, y cada
expresión posee un carácter simbólico que surge de su subjetividad y de la
relación con otros y con el entorno.
El carácter diferencial de la intervención en la motricidad debe encontrarse en la
trascendencia formativa, en la estimulación potencial para el desarrollo de la
persona; para ser motricidad se requiere que haya desarrollo humano, que haya
mejora de potencial humano.
Manuel Sergio (1987-1996) plantea, que la Educación Física tiene qué respetar y
perpetuar su contenido humano y humanizante. Pero debe trascender a través de
una síntesis sistémica y pluralista, verdaderamente nueva y diferenciadora. Las
clases de Educación Física deben transformarse a partir de un llamado a
principios en el que se evidencie la necesidad de la motricidad humana en la
construcción de la libertad y de la igualdad, en el combate contra las
desigualdades y la exclusión, en la promoción de un mundo más justo y más
fraterno. ¿Para qué se mueve el ser humano? Por cierto, ¡para hacer un mundo
mejor! Todo el conocimiento está actualmente convocado a un cambio. ¿Y con
qué objetivo? Para que el conocimiento sea acción y la acción sea conocimiento y,
así, nazca del desarrollo científico una sociedad mejor.
Es necesario pensar en una Educación Física fundamentada en procesos que
favorezcan el desarrollo humano desde su integralidad, respetando todos los
procesos particulares que configuran su complejidad; es, en consecuencia, actuar
en la perspectiva del paradigma de la motricidad humana.
Además se debe repensar, entre otros, sobre los siguientes aspectos:
1 Humanizar las expresiones motrices en general, entendiendo humanismo
desde la visión filosófica y hologramática.
2 Revalorizar y utilizar las actividades humanas como medio de desarrollo de
la conciencia y a partir de ahí colocarse en el mundo desde un pensamiento
crítico.
3 Intencionar el movimiento y la praxis de la Educación Física, es decir,
cambiar el concepto de movimiento mecánico, de desplazamiento de un
cuerpo en el espacio, por el concepto de acción (teoría de la acción).
4 Construir desde la Educación Física, como espacio amplio y fecundo,
significados trascendentes, diferentes formas de pensamiento y maneras de
aprehensión del propio mundo, del mundo compartido y del entorno desde
las múltiples realidades que ofrece la praxis.
5 Revaluar los propósitos de formación del profesional de la Educación
Física.
6 Trascender de las prácticas de ejercicios tecnicistas a una praxis más
formativa.
7 Trascender del actuar a la acción (cargada de intenciones) para hacer de
cada espacio un escenario de humanización (cargado de valores, ética,
emoción, ludismo) es decir, en sensaciones formativas, gratificantes y
transformadoras.
8 Repensar el aporte que hace la Educación Física al proceso de
transformación social desde una postura crítica y transformadora de la
sociedad.
9 Redimensionar los aportes que le han dado otras disciplinas a la Educación
Física y que ha permitido el avance teórico y práctico, para desarrollar su
propio corpus epistemológico con un matiz que integre la complejidad del
conocimiento, del ser humano y del quehacer en contexto.
10 En conclusión es pensarnos y desarrollarnos en la transdisciplinariedad,
para poder trascender.
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