Blázquez Sánchez,
Domingo. Iniciación a los deportes de equipo. .
Inde. 1986.
(Ficha bibliográfica)
Primera parte
Capítulo 1
Tratamiento
pedagógico del deporte
Hasta ahora la pedagogía utilizada en el
deporte tiene connotaciones muy marcadas que pueden justificar de algún modo la crisis en la que el
deporte se encuentra y el progresivo alejamiento de las tendencias pedagógicas actuales. Entre algunos aspectos que han
caracterizado este modelo
pedagógico deportivo, se podrían destacar los siguientes:
-
La pedagogía
deportiva se ha construido a partir de modelos teóricos basados en la práctica adulta de alto
nivel. La técnica ha venido marcada por
el deporte élite. Tal pedagogía deportiva se ha basado en una concepción instrumentalista del movimiento: el niño al servicio del
movimiento. Se ha enseñado al
niño o al adolescente «el modelo del gesto eficaz» como algo impuesto, que sólo existe una respuesta válida.
-
Una pedagogía directiva y a menudo coercitiva.
-
Las actividades propuestas han tenido
poca relación con las aspiraciones e intereses del niño. El excesivo interés
por descomponer el objeto de enseñanza en vistas a una máxima eficacia ha
provocado un desinterés por parte del niño que desea practicar el deporte en
cuestión.
-
El entrenamiento, ha ocupado un lugar
primordial; organizado con seriedad y aplicación, no ha dejado lugar a la
improvisación, a la espontaneidad, a la libertad física y lúdica. Su objetivo
es mejorar los resultados, corrigiendo las faltas técnicas y los errores cometidos.
Para lograrlo se impone una disciplina general y rigurosa.
-
El profesor o el entrenador-educador
ocupa el papel de “super-administrador estratega-líder” encargado de dirigir,
controlar y animar al grupo. El entrenador-educador tiene detrás de él, la
suma de valores consagrados del sistema deportivo; es el centro, la figura
indispensable.
-
La sumisión a la autoridad de un
superior es otro aspecto fundamental que ha caracterizado la pedagogía
deportiva: la disciplina, el orden, el aprendizaje a la obediencia, son la
clave del “sistema”, puesto que sin ellos no hay posibilidad de trabajo. “La
autoridad de la técnica es en realidad una técnica de la autoridad”.
-
Los alumnos deben necesariamente actuar
sin poder enjuiciar el conjunto de los objetivos del sistema, ni el sistema
mismo.
La pedagogía se convierte así
en la transmisión operacional de técnicas deportivas y en el modo de conducta
rentable para la organización deportiva.
De esta manera se observa una oposición entre la concepción deportiva
(cuyos contenidos técnicos minuciosamente codificados se imponen con
facilidad) y la concepción humanista de la educación física (cuyas finalidades
a largo plazo están estructuradas en base al perfeccionamiento global de la
persona).
El siguiente cuadro resume alguna de las características:
Hay que distinguir entre el deporte como una noción ligada a un
determinado tipo de prácticas y a un tipo de instituciones y el deporte en la
escuela y para la escuela. En la escuela, el deporte puede ser perfectamente un
medio de la educación física, siempre y cuando esté pensado, estructurado y
organizado en función de esta institución.
Es el contexto el que determina el carácter del deporte. Es necesario,
determinar las condiciones pedagógicas que permitan convertir el deporte en una
actividad educativa auténtica.
Así, en esta perspectiva, la persona que se mueve, que actúa, que
realiza una actividad física es la que ocupa el lugar central.
Esta es la piedra angular sobre la que la educación física encuentra
su propia especificidad: el tratamiento pedagógico de las “conductas motrices”.
Es misión de la educación física el encontrar los aspectos que perteneciendo
a los deportes sean propios de la actividad motriz y que permitan lograr:
-
Unos principios de organización válidos
para todos los deportes.
-
Una plataforma común sobre la que
cualquier especialidad pueda tomar parte y, progresivamente, se dirija a sus
propias peculiaridades.
-
Unos principios de organización
transferibles de una actividad a otra.
-
Un potencial motriz que permita al
individuo encontrarse en condiciones de escoger la práctica del deporte que
prefiera.
En resumen, un modelo físico de conjunto.
Capítulo 2
Definición del concepto “deporte de equipo”
Para poder elaborar una acción pedagógica integrada en una educación
física, es necesario, precisar las características diferenciales de cada
actividad física.
¿Qué son los deportes de equipo?
Según la opinión vulgar y más generalizada, el equipo es una suma de
jugadores, es decir, que la calidad del equipo está en función del conjunto de
las cualidades de los jugadores que lo componen. Sin embargo, esta opinión
general, que suele ser la del público, no responde exactamente a la realidad.
La suma de las partes no es igual al todo. Un jugador juega “junto a otros” y
“frente a sus adversarios”. Un partido es la confrontación de dos grupos de
fuerza.
Muchos entrenadores creen comprender y conocer la
noción de equipo a través de las recetas extraídas a otros equipos superiores.
Su bagaje de conocimientos está compuesto, muy a menudo, por pequeños trucos,
y algunos conceptos tácticos extraídos de algún manual. El entrenador crea los
sistemas de juego a partir de las características de los jugadores. El
entrenador intenta que sus jugadores asimilen y memoricen los patrones de
juego considerados indispensables.
El “experto” modela a sus jugadores según ciertos estereotipos
motores, subordinando a los jugadores a normas aceptadas, tanto sobre el plano
técnico, táctico o de preparación individual. De esta manera, la motricidad del
jugador se debe someter a los “conocimientos” del entrenador.
Rauch, en un artículo sobre la competición, cita algunas de sus observaciones:
• La competición favorece las cualidades adquiridas en detrimento de las
cualidades a desarrollar.
• En consecuencia, la competición niega las posibilidades de nuevos
aprendizajes. El niño es rápidamente clasificado como “bueno”, “regular” o
“malo”.
• La competición utiliza como modelo pedagógico el adiestramiento
(transmisión de un modelo impuesto).
• La competición limita las posibilidades de desarrollo, de expresión o
de manifestación de la inteligencia en el interior del equipo.
Naturalmente, el lector puede decir que son los jugadores más inteligentes
los que marcan más tantos, y que la selección permite que jueguen entre ellos.
Pero la cuestión que queda pendiente es saber si esa inteligencia se utiliza en
su sentido más amplio y de la forma más amplia dentro de la concepción del
equipo.
Generalmente, los investigadores en el deporte se han servido del
individuo, estudiándolo y aislándolo del lugar de competición o del contexto en
el que se desenvuelve normalmente, o bien reduciendo el individuo a modelos más
simples que permitan su estudio, es decir, se ha hecho investigación del
deporte en “laboratorio”.
Es necesario recordar que las investigaciones sobre el deporte deben
partir del deporte, tomar sus propias raíces para llegar a la solución de los
problemas que la práctica de estas actividades comporta. Si se admite que sólo
a partir del propio equipo puede salir una noción coherente del deporte de
equipo, la solución debe buscarse en su interior.
El deportista juega para ganar. La victoria se logra a base de
coordinar la acción con los compañeros y en contra de los adversarios.
Imaginemos que el jugador se encuentra solo con el balón y frente al
portero:
Esta
situación obliga al jugador a reflexionar sobre el conjunto de relaciones
esenciales para lograr el éxito de su lanzamiento.
Ahora el jugador se encuentra con un adversario entre él y el portero (fig. 2). Esta situación es más compleja. El jugador debe
tener en cuenta el nuevo obstáculo antes de
tirar, pero esta vez el adversario directo, a
diferencia del caso anterior, tiene gran capacidad de movimiento que puede utilizar contra él. El jugador debe juzgar el conjunto de relaciones que aquí se
establecen, medir los riesgos y
escoger la mejor solución en función de sus posibilidades y de las del adversario. Por ejemplo, puede simular que se
encuentra acorralado (haciendo evidente el sistema de relaciones del
adversario, es decir evidenciar sus intenciones).
En el gráfico se observa como el atacante
utiliza el sistema de relaciones en su provecho.
El adversario constituye un elemento indispensable
contra y con quien el atacante debe jugar. Se
está lejos de la concepción clásica según la cual el adversario es concebido
como un elemento pasivo y.
al mismo tiempo, de la consecuencia lógica de esta concepción: la aplicación pedagógica
consistente en hacer practicar los “fundamentos técnicos” en ausencia de adversarios.
Además del adversario y el portero, el jugador se encuentra con más adversarios y con más compañeros. En esta
situación, además de enfrentarse a un adversario hábil hay que evitar que el balón caiga en manos de los
adversarios.
Figura 4
Se trata de situaciones donde intervienen, además del azar, la habilidad de los jugadores, su capacidad de
estructurar la información y de elegir su respuesta en base a las máximas
probabilidades de éxito.
El sistema de relaciones,
compañero-adversario-objetivo, rico y difícil de dominar
por su complejidad, le indicará la elección ideal.
Este último ejemplo muestra la naturaleza de las elecciones que debe hacer en cada instante el jugador. Analiza todas
las posibilidades y decide la mejor
acción a realizar. Esta implicación del practicante sobrepasa el concepto actual de participación.
Tres dimensiones muy importantes de toda acción de un jugador son
puestas de relieve:
la amplitud y
calidad de la información recibida: percepción.
el acierto en la respuesta: decisión.
la autonomía de jugador a tomar esta
decisión: ejecución.
Estos tres aspectos no son contemplados en la
mayoría de los jugadores de los deportes de equipo.
Estructura funcional de los deportes de equipo
Varios autores han estudiado y analizado los componentes comunes a los
deportes de equipo: Bayer. Parlebas. Theodoresco, Carón, Pelchat, etc.
Basándose en una concepción
estructuralista, han determinado que existen unos elementos que se repiten y
que conforman la realidad del juego.
Desde esta perspectiva, afirman que todos los deportes de equipo están
sometidos a principios comunes e idénticos: es lo que se denomina “estructura
funcional”.. Estos principios varían según el enfoque sobre el que se apoya
cada tendencia. Una primera aproximación la constituirá aquella que se centra
sobre la noción de duelo; es decir, el carácter de colaboración y
oposición, de ataque y defensa. En este planteamiento, la estrategia o el acto
táctico ocupan el centro de atención.
Una segunda perspectiva sería la que gira en torno a la comunicación,
positiva o negativa entre los jugadores que participan, creando un lenguaje
motriz insólito y específico de los deportes de equipo.
Una tercera propuesta ve en la utilización del espacio la forma de
materializar de forma intencional la interpretación de un mensaje y su
respuesta en forma estratégica.
Por último, se situaría el reglamento, que constituye el sistema de
reglas capaz de regular el funcionamiento del juego y de determinar cómo se
gana o cómo se pierde.
Todos ellos pueden ser útiles para ayudar a construir y regular
acciones que permitan progresar al niño hacia la comprensión de la lógica
interna del juego, así como ser el punto de partida para la acción motriz.
Así pues, se asienta la estructura funcional de los deportes de equipo
sobre estos principios:
•
El espacio: terreno cerrado, más o menos grande, en el interior del cual se
desarrolla la competición. Constituye el límite de acción de los jugadores.
•
La estrategia: tipos de conducta que puede utilizar el jugador en cuanto a las
diferentes formas de actuar en ataque o defensa.
•
La comunicación
motriz: lenguaje que utilizan los jugadores
para realizar las acciones de comunicación o de oposición.
•
Las limitaciones
reglamentarias: que varían según los diferentes
deportes, aunque manteniendo unas características comunes.
El espacio
El lugar o espacio de acción donde se desarrolla cualquiera de los
deportes de equipo posee unas características constantes; es cerrado,
institucionalizado, y sus dimensiones son estrictas y precisas. Su superficie
se presenta marcada por líneas en el suelo que limitan las acciones de cada
jugador. El terreno suele estar dividido en sub-espacios, “áreas” o “zonas”
diversas. A su vez, intervienen de forma estandarizada, obstáculos (redes),
metas u objetivos (postes, porterías, cestas, etc.) que distribuyen o dividen
este espacio, incitando a organizar una acción coherente.
Cada jugador debe compartir este espacio con el resto de sus compañeros
Aun siendo imposible poder fragmentar el espacio deportivo como
escenario de toda la acción, si se puede distinguir para su estudio varios
tipos de espacio que poseen características muy diferenciadas.
o
El espacio como distancia a franquear o
recorrer.
o
El espacio dividido en subespacios
diferenciados.
o
El espacio como meta u objetivo a
lograr.
§
El espacio como
distancia a franquear o recorrer
Todo espacio deportivo posee unas dimensiones exactas en las cuales
el jugador debe moverse o franquearlas.
La táctica está basada en unas distancias sobre las que hay que desenvolverse:
desmarcar, intercambiar, combinaciones a dos, a tres, a cuatro, etcétera.
Estas distancias no sólo tienen importancia en el sentido propiamente
espacial, sino de una forma importante sobre las exigencias fisiológicas
- El espacio dividido en subespacios diferenciados
Cada jugador se encuentra enfrentado a espacios dinámicos
funcionalmente unidos entre ellos, que toman un sentido propio en función de
la evolución del juego y que va a condicionar su situación sobre el terreno.
Entre estas zonas para poder moverse se pueden distinguir:
Zonas fijas
- Prohibidas: superficies donde el jugador no
puede evolucionar.
- Zonas en cuyo interior los jugadores están
sometidos a ciertas reglas.
Zonas variables
—
Prohibidas: zonas móviles que dependen
del desplazamiento de los atacantes o de los defensores, en el interior de las
cuales el jugador no tiene posibilidad de jugar.
—
A utilizar por los atacantes: todos los
espacios libres que, situados delante del jugador que lleva el balón,
constituyen zonas de apoyo.
—
A vigilar, es decir, zonas de las que
por su peligrosidad el defensor va a ocuparse particularmente, para oponerse al
paso del balón o del adversario.
La distribución del espacio deportivo en emplazamientos diferenciados
es uno de los factores que
determinan la lógica del juego.
- El espacio como meta u objetivo a lograr
Para ganar un partido es necesario marcar más puntos o tantos que el
contrario, es decir, lograr que el balón llegue a penetrar, tocar o traspasar
un blanco preciso.
Estos blancos son espacios siempre fijos y corresponden a lugares
preparados. Para los otros deportes colectivos, el objetivo es una portería
(fútbol, balónmano, etc.), o una canasta (baloncesto). En cualquier caso, el
punto o tanto se logra cuando el balón toma contacto con una zona de terreno o
cuando franquea un plano vertical u horizontal
La estrategia
Se entiende por estrategia un concepto más amplio que el de táctica,
es decir: tipos de conducta que teniendo en cuenta todas las eventualidades
posibles y sus consecuencias puede utilizar el jugador y sirve para indicarle
lo que debe hacer en cualquier situación del juego. Mientras que táctica es la
realización de medios de acción aplicados a determinadas situaciones —en base a
un objetivo— generalmente preestablecidas de antemano.
La táctica elimina la posibilidad de decisión e iniciativa por parte
del jugador, restando valor a la riqueza interna del juego.
Mahlo designa tres fases sucesivas e interdependientes de la manera
como los jugadores toman en cuenta sus acciones tácticas. Estas fases son:
·
Percepción y análisis de la situación
(su resultado permite el conocimiento de la situación).
·
Solución mental del problema (su resultado
supone la representación de una acción).
·
Solución motriz del problema (su
resultado supone la solución práctica).
Así, estas tres fases representan una sucesión de acciones en estrecha
interrelación. La acción estratégica representa, desde el punto de vista
cibernético, un sistema que se autoperfecciona al mismo tiempo que resuelve el
problema propuesto. Esta concepción pone en evidencia el valor educativo que
posee la acción estratégica.
En el modelo que ofrece Mahlo se puede apreciar el principio de
autoafirmación y de autoperfeccionamiento a través de la acción estratégica.
Bayer analiza la formación táctica individual desde los aspectos
fundamentales de la defensa y del ataque.
La defensa
En el lenguaje corriente, la defensa comienza con la pérdida de]
balón, sea por haber marcado un tanto, sea por haber fallado un punto después
de una tentativa infructuosa, sea por la pérdida del balón a manos del
adversario por fallos o por faltas sancionadas según el reglamento.
En un sentido más amplio, la defensa es una acción que dura constantemente.
Preveer las respuestas del adversario, asegurar el equilibrio ofensivo son ya
acciones que desde el mismo ataque constituyen una defensa.
a) Principios fundamentales de defensa:
· Recuperación del balón.
· Evitar la progresión del
adversario hacia la portería.
· Protección de la portería o de
las zonas propicias al tiro.
Según los
objetivos a perseguir, el sistema defensivo puede ser:
Defensa en zona. Toma como referencia al balón, dado que
todos los adversarios se desplazan en función de la circulación del balón, sin
descuidar al adversario puesto que es el que está en posesión del balón.
Defensa hombre a hombre. Preconiza
una defensa esencialmente basada sobre el individuo, esté o no en posesión del
balón, que puede a su vez - en función de la situación - evolucionar hacia una
defensa hombre a hombre con flotación y cambio.
b) El
marcaje
Representa la regla operacíonal fundamental común a
los diferentes juegos deportivos colectivos. Se basa en la oposición del
conjunto de los defensores que por sus situaciones respectivas y sus
desplazamientos intentan evitar o paralizar las iniciativas y la realización de
las acciones de ataque adverso. Sobre el plan de las acciones individuales, el
marcaje puede suponer:
· Interceptar el balón en un error de los atacantes.
· Arrebatar el balón de los pies o manos del adversario.
· Frenar, retrasar o parar los movimientos de los atacantes hacia la
portería:
o
ocupando los espacios libres;
o
persiguiendo al adversario que nos ha
adelantado para intentar cogerlo;
o
arrinconando a esos mismos adversarios
hacia espacios menos peligrosos;
o
bloqueando a los atacantes en sus
desplazamientos.
§ Proteger con el propio cuerpo la trayectoria del balón hacia la
portería.
c) Acciones educativas
A nivel
educativo, hay tres reglas fundamentales a tener en cuenta en todo momento:
· El marcaje debe ser “activo”; el defensor debe “actuar” y no seguir
pasivamente las acciones del adversario.
· Actuar “continuamente” en base a una información permanente (respecto
a la totalidad del juego) que obligue a actuar constantemente.
· Ayudar en forma colectiva, es decir teniendo en cuenta la labor de
cooperación que representa el equipo.
El ataque
Un ataque se “prevé” en el tipo de defensa adoptada y en las actitudes
de los jugadores. Así, una defensa donde el contraataque está ya predispuesto
constituye un elemento favorable a la acción posterior.
En cualquier caso, teóricamente, el punto de partida del ataque está
representado por la toma de posesión del balón.
El ataque se basa en los siguientes
principios:
Conservar el balón cuando se ha
recuperado.
Progresar hacia el objetivo perseguido.
Lograr el tanto.
Durante el
ataque, el jugador, debe tener en cuenta los siguientes elementos:
posición del balón (nunca es la misma);
espacios libres para cualquier ocupante
(siempre variable);
situación y desplazamiento de los
adversarios;
situación de los compañeros;
objetivo a lograr.
Acciones educativas
Respuestas habituales
en un principiante: El educador debe tener en cuenta las
respuestas posibles que puede dar el principiante y sobre las cuales tiene que
basar el tipo de pedagogía. Suelen ser:
En general, el jugador en posesión del
balón quiere conservarlo. prescindiendo de los deseos de los demás.
Los otros jugadores, desean arduamente
el balón. Se desplazan hacia él y sirve de polo de atracción, es decir, que el
jugador en posesión del balón determina el comportamiento de los demás,
constituyendo la única fuente de información para el resto, lo cual limita la
elección y variedad de las acciones. Hay que distinguir dos tipos de
situaciones:
lejos del jugador en
posesión del balón, el principiante no se siente implicado, por lo que
permanece inmóvil;
cerca del jugador en
posesión del balón, va hacia él provocando aglomeraciones y agrupamientos en
torno a él.
No existe ningún intercambio, a pesar de
que la pelota vaya de jugador en jugador.
El egocentrismo del niño reaparece y su comportamiento aparece rodeado
de cargas afectivas.
El educador debe modificar esta actitud ineficaz del
principiante y hacerle significar los otros elementos del juego, haciéndole
comprender progresivamente que las informaciones esenciales no vienen únicamente
del balón.
El balón debe convertirse en un objeto mediador de
la acción, lo que permite al jugador poseedor del balón integrar en su campo
perceptivo, con nuevas significaciones, otros elementos del juego, y situar
para todos los jugadores las informaciones de los compañeros, de los contrarios
y de las relaciones espacio/temporales cambiantes.
El
desmarcaje
Problema fundamental a resolver:
Jugador en posesión del balón: liberarse
del adversario que le marca.
Jugador sin balón: situarse
oportunamente en el terreno, de manera que haga posible los pases y facilitar
la circulación del balón.
Con relación al compañero en posesión del balón y al
adversario. El problema del jugador sin balón
consiste en encontrar soluciones al alineamiento impuesto por el defensor, es
decir, recibir el pase del compañero alejándose del sector de intervención del
defensor.
Espacios libres para desmarcarse. Se trata de estructurar el espacio de juego, buscando los espacios
donde no hay nadie y donde debe elaborar sus acciones en base a sus
compañeros.
El educador debe esforzarse en volver significativo este elemento del
juego que obliga al jugador a descentrarse momentáneamente del balón e
informarse de las zonas donde podrá realizar su acción.
Continuidad y encadenamiento de las
acciones
Todos los principios organizadores de la actividad del jugador no
sirven para nada si el jugador no se muestra capaz de encadenar las diferentes
tareas.
Este encadenamiento no surge al azar sino que el jugador debe informarse
para saber qué hacer, dónde ir, cuándo y cómo.
La ayuda
En este encadenamiento de tareas es necesario introducir otra noción:
la ayuda. Todo juego colectivo o de equipo se caracteriza por la cooperación y
comunicación entre los jugadores.
La comunicación motriz
Se acostumbra a hablar de comunicación asimilando este término al
lenguaje verbal, pero la palabra no es el medio normal de expresión del deportista cuando está sobre el terreno de juego;
muy al contrario es su acción motriz
la que le sirve de forma de comunicación.
En los deportes de equipo, el jugador ajusta
constantemente su comportamiento al de sus compañeros o adversarios, y se ejerce una interacción
directa entre los diferentes jugadores.
Mediante el balón, el jugador se comunica sin
cesar con sus compañeros,
oponiéndose, al mismo tiempo, a sus adversarios. Esta interacción directa
entre varios individuos es un fenómeno capital que transforma los comportamientos motores.
Al situarse en la acción de juego, el jugador
se encuentra ante una variedad de signos y señales que debe interpretar. Por un
lado, los que provienen de sus
propios compañeros, es decir, la comunicación de cooperación; y, por otro lado,
la que emiten sus adversarios, es decir, la
contracomunicación.
Parlebas define la comunicación de
cooperación como los actos de ayuda
efectuados por los miembros de un mismo equipo; se trata de interacciones operatorias positivas entre
compañeros. Sus formas espaciales
y temporales varían de un deporte a otro según el código de juego.
Según el mismo autor, las contracomunicaciones
motrices corresponden a actos de antagonismo realizados por jugadores que se enfrentan entre sí. Se trata, de
interacciones operatorias negativas
entre adversarios. Esta comunicación de oposición admite formas muy
diversificadas. Puede ser la transmisión antagonista de un objeto (balón, etc.), la ocupación o disputa de un
espacio (placaje en rugby, etc.), o la
consecución de un tanto (canasta, gol, etc.).
Existe una forma de
lenguaje motor que es preciso descodificar. El jugador debe aprender a
descifrar los signos y señales que se utilizan en los deportes de equipo y que
le van a servir como medio de comunicación.
Esta necesidad debe ser incorporada en los procesos de enseñanza e iniciación. El niño tiene que aprender que
existe un lenguaje propio del deporte y que debe utilizarlo durante su
práctica.
La reglamentación del deporte
Todos los deportes de equipo están sometidos
a unas reglamentaciones que
determinan los muchos aspectos de la actividad motriz. El balón, el tiempo de
duración, y reglas que condicionan
el juego, son elementos a tener en cuenta y que deben
ser asimilados por los jugadores como factores condicionantes de su actuación.
La mayoría de las reglas responden a planteamientos semejantes entre
ellos, de tal manera que se podrían agrupar en ámbitos de actuación tales como:
Dimensiones
del terreno de juego y material a utilizar.
La
composición de! equipo y sus posibles sustituciones.
Sobre la utilización
de los espacios.
Sobre el tiempo.
Relaciones entre
los jugadores.
Utilización del material
El árbitro.
Todos estos aspectos, que
constituyen la estructura básica y común a todos los deportes de equipo,
espacio, estrategia, comunicación y reglamentación, deben servir de pauta para guiar y encuadrar la
acción pedagógica a seguir con los niños.
Estas características comunes deben ser transmitidas a los niños como patrones generales de actuación en todos
los deportes de equipo.
Capítulo 3
La iniciación deportiva
Concepto de iniciación deportiva
Desde el punto de vista educativo, el proceso
de iniciación deportiva no debe
entenderse como el momento en que se empieza la práctica deportiva, sino como
una acción pedagógica que, teniendo en cuanta las características del niño y los fines a conseguir, van evolucionando progresivamente hasta llegar al
dominio de cada especialidad.
Para precisar más detenidamente este proceso, es necesario tener presente los siguientes aspectos:
a) En cuanto al niño:
el grado de desarrollo o maduración;
el grado de estimulación que se le
proporciona;
el grado de experimentación.
b) El cuanto a la pedagogía utilizada:
método tradicional;
método activo.
Aspectos a tener en cuenta en
cuanto al niño
Maduración y aprendizaje
No se puede disociar maduración de
aprendizaje. La maduración es la
tendencia fundamental del organismo a organizar la experiencia y convertirla en
asimilable. El aprendizaje es el medio de introducir nuevas experiencias en esta organización. Maduración y aprendizaje influyen el uno sobre el otro para obtener el desarrollo. El siguiente cuadro puede ayudar a comprender
esta cuestión:
Desde el punto de
vista pedagógico es preciso retener:
En ciertos
períodos “críticos” existen comportamientos que se adquieren con el mínimo
esfuerzo y la máxima eficacia.
El niño no puede
realizar actividades complejas si no ha alcanzado la edad en que las
actividades básicas se realizan normalmente.
El niño puede aprender más fácil y
rápidamente si alcanza un nivel de madurez específico para la actividad.
La maduración del
sistema neuro-muscular —que se consigue hacia los seis años— permite el desarrollo de las sensaciones
cinestésicas, visuales y laberínticas en la estructura del esquema corporal.
Importa poco que
el niño aprenda lo antes posible técnicas deportivas; mucho más importante es que amplíe las
múltiples posibilidades de movimiento mediante juegos o tareas variadas; Esas
habilidades y combinaciones de movimiento precozmente adquiridas se conservan en la memoria motriz, indispensable para el aprendizaje y su
retención. No se trata de introducir cualquier tipo de tarea o juego; es
necesario analizar y escoger las tareas o
juegos a proponer de manera que resulten significativas, bien por su
posible transferencia inmediata a otros ámbitos, bien por su disponibilidad de transferencia a otras tareas
o juegos de mayor dificultad.
Estimulación y experimentación
Si se estimula al niño, es posible que vaya adquiriendo nuevas habilidades continuamente. Como en el lenguaje, la actividad física exige una
experiencia que debe adquirirse
durante los primeros años de vida; por consiguiente, lo importante no es determinar la edad para iniciar al
niño en los deportes, sino saber
escoger la tarea apropiada y la forma de presentarla en cada momento.
Cuando el niño aprende a correr, a lanzar, a atrapar, está iniciándose en el deporte, puesto que cada uno de
estos aspectos forma parte de la
práctica deportiva. Saber estimularlos
y provocarlos es en definitiva empezar la iniciación deportiva.
El dominio progresivo de las situaciones de juego se consigue por el
paso de una etapa evolutiva a otra más diferenciada; esto es debido a que el
nivel de desarrollo determina las posibilidades de ejecución. En cualquier
caso, las posibilidades de elección que un jugador efectúa sobre una gama de
informaciones o percepciones dependen, en gran medida, de sus experiencias
pasadas. Esta interrelación entre experimentación y nivel de evolución hace que
si bien los estímulos deben ser adecuados y adaptados, la experimentación y
vivencia de diferentes y múltiples situaciones es imprescindible.
Aspectos a tener en cuenta en cuanto a la pedagogía utilizada
Al igual que en las materias intelectuales en la enseñanza deportiva
se encuentra una clara oposición en cuanto a la forma de su tratamiento
pedagógico. Dos grandes puntos de vista pueden ser analizados.
Los métodos tradicionales
Basados en criterios de análisis de los elementos (descomposición de
la materia en partes para su enseñanza), de aprendizaje sistemático de los
elementos en cuestión, de dominio del juego mediante asociación de los
diversos elementos, la idea central consiste en partir de lo simple para llegar
a lo complejo. El educador enseña al niño un repertorio de gestos técnicos que
se suponen la base del juego. Este método de enseñanza respeta el enfoque
mecanicista basado en el modelo del campeón. El principiante, el niño, no puede
acceder al gesto ideal que representa el gesto del campeón, por eso se
descompone el gesto complejo en elementos más simples que por asociación
permiten lograr la ejecución completa. En este tipo de enseñanza se utilizan
las “progresiones pedagógicas”. Cada una de estas progresiones está compuesta
de una serie más o menos larga de ejercicios que comportan una graduación en la
dificultad.
La relación profesor-alumno depende de los objetivos perseguidos. Así
pues, dos aspectos fundamentales deben ser tenidos en cuenta:
uno concerniente a la calidad de los
medios utilizados. El profesor vigila la validez de los ejercicios y de las
situaciones específicas;
otro concerniente a las modalidades de
transmisión del contenido, así como las modalidades de intervención. El
profesor dirige su atención al progreso y al nivel de asimilación al que
llegan los alumnos sobre el conjunto de elementos a aprender.
Este método posee una serie de obstáculo. Con la preocupación de
simplificar el aprendizaje y asegurar una mínima base de gestos técnicos, el
educador elimina la posibilidad de una toma de conciencia, por parte del
alumno, del momento, lugar y razones de la utilidad de ese gesto técnico en
juego, lo que suprime la relación gesto/juego.
El niño aprende aspectos parciales y aislados del juego, pero que no
se encuentra en ningún o en muy pocos momentos situado en la realidad del
propio juego, lugar donde realmente se producen todas las interrelaciones y el
ensamblaje de todos sus elementos.
En este sistema existe una
preocupación por el interés que pueda tener el niño, ni sus capacidades para
asimilar los ejercicios propuestos.
Los métodos activos
Parten de los intereses del niño reclamando su iniciativa, imaginación
y reflexión en la adquisición de unos conocimientos adaptados.
Los principios esenciales que presiden esta concepción son los siguientes:
Partir de la totalidad es decir, del
grupo, del equipo, considerándolo como un conjunto estructurado con vistas a la
realización de un proyecto común; la acción individual va a tomar significación
en relación con esa totalidad, de ahí la necesidad de organizar equipos
constituidos por grupos estables.
Partir de la situación de juego. Es a lo
largo del encuentro cuando surgen las dificultades. El partido es el motor
esencial, tanto si se trata de deportes como si se trata de juegos colectivos.
Los jugadores así implicados en la acción deben buscar las soluciones para
resolver los obstáculos. Se hace mención a la reflexión.
Los gestos técnicos corresponden a un
comportamiento grupal. Estos gestos deben ser deducidos a partir de la
situación de juego y respetando la disponibilidad del jugador, evitando
respuestas estereotipadas.
En esta
nueva acción pedagógica, los problemas que se le plantean al niño corresponden a su nivel. La
técnica está adaptada a la situación.
El profesor pasa de ser un demostrador para
ocupar un papel de animador a la reflexión y a la comprensión.
Esta concepción toma en consideración el
juego como elemento fundamental y a partir del cual se elabora todo el proceso
didáctico
Los juegos son la actividad básica de
trabajo. Partiendo de los juegos simples se va ascendiendo en la dificultad
hasta llegar a los juegos codificados y reglamentados como escalón previo a la
práctica de los diferentes deportes de equipo.
Sólo un estudio sistemático de lo que comporta y supone para el niño cada uno de los juegos y su lógica interna,
acompañado de una pedagogía dirigida
y encaminada a la reflexión de la situación motriz, puede dar la clave para abordar la enseñanza
deportiva con la seguridad de estar colaborando al desarrollo de la
inteligencia motriz y capacitando al
educando para ser un jugador inteligente dentro de su propia práctica.
En la actualidad, aparece esta nueva acción pedagógica que llevada al terreno
deportivo se encuentra en las antípodas
de la concepción mecanicista. Mecanización que limita al jugador a unas respuestas precisas,
impidiéndole su adaptación a las circunstancias a través de su propia
reflexión. Esta mecanización queda destruida
cuando el adversario no responde en el sentido.
Programar la iniciación
En el caso concreto de los deportes de equipo, INICIAR supone pasar del juego de niño al juego de adulto, y al
mismo tiempo cuestionarse cómo efectuar este cambio:
Imitando directamente el juego del adulto, es decir, iniciando inmediatamente a la práctica del deporte en sí,
o bien partiendo de las posibilidades y características evolutivas del niño.
Ayudar a éste a descubrir progresivamente los
principios comunes de los deportes de equipo.
El niño despliega en el juego una enorme actividad que le proporciona
un gran placer.
Si se observa las primeras veces que el niño juega un deporte de
equipo, se puede constatar que:
Los más fuertes monopolizan el balón,
acostumbrándose a prescindir de los demás.
Los más débiles participan poco, más
bien asisten al juego.
Incluso el propio educador no puede
ejercer demasiada influencia a causa del desorden que se provoca.
El niño quiere jugar como los mayores, como el
adulto. El niño quiere ganar. Vive constantemente la acción presente, pero debe
aprender a esperar, a actuar pensando en el futuro. No se trata únicamente de
la satisfacción del juego realizado en el momento, sino de que este juego le
sirva para prepararse, para poder enfrentarse en el futuro a diversas
situaciones deportivas en óptimas condiciones.
El educador debe proponerle
etapas, niveles de dificultad y estímulos que le permitan perfeccionarse a
través de sucesivos éxitos. Pero cada etapa debe acumular todas las
características, todos los factores del juego, a fin de ofrecer al niño, bajo
formas simples, un juego total.
El proceso de iniciación
Proponer elementos para la elaboración de un programa de iniciación a
los deportes de equipo supone intentar fijar unos puntos de referencia,
niveles o etapas que den una dirección y un sentido a las intervenciones
pedagógicas. Supone también proponer un contenido, situaciones pedagógicas que
permitan facilitar el paso de una etapa a otra.
La práctica actual se caracteriza por dos enfoques diferentes de
planteamiento:
EÍ juego libre y
espontáneo, cuyo fundamento es la búsqueda del
esparcimiento y el desahogo a las necesidades de movimiento. Esta situación,
esencialmente recreativa, se caracteriza por sus limitadas exigencias al
perfeccionamiento motor. La actitud del educador puede ir de la no
directividad absoluta a una relativa organización de la actividad del niño.
El juego con intervención del profesor. Cuando el educador interviene suele hacerlo para modificar la
práctica de los niños; se trata de aprender uno o muchos deportes de equipo
tomando como referencia la práctica del adulto. La actividad libre del juego
es aprovechada con dos intenciones: para aplicar determinadas técnicas o
tácticas, o bien para corregir errores. Lo que caracteriza la actividad del
educador es su intención de enseñar las técnicas extraídas del deporte como
competición
Teniendo en cuenta una concepción general del aprendizaje más unida a
la renovación pedagógica actual, es necesario superar estas dos concepciones.
Es necesario confrontar los esquemas del niño, sus acciones generales
con las exigencias contenidas en la práctica de los deportes de equipo. Estas
exigencias tienen un carácter específico; los deportes de equipo son
fundamentalmente actividades de comunicación, de relación con vistas a una
tarea a realizar. Más que transmitir un bagaje de conocimientos (técnicas) se
trata de enriquecer y de transformar conductas.
La evolución de las conductas hacia una mejor adaptación a los
deportes de equipo supone el acceso a un comportamiento más razonado, teniendo
en cuenta las diferentes variables tales como el adversario, los compañeros,
el balón, etcétera.
Para
programar hay que saber:
situación inicial
de la que se
parte: conocer las
posibilidades de juego del niño y al niño mismo.
Objetivo final que
se pretende: tener las ideas
claras sobre la evolución final
del juego y el tipo de jugador que se quiere conseguir.
Proceso de enseñanza: avanzar
progresivamente de uno a otro en etapas sucesivas.
1) Situación inicial
de la que se parte
Del juego infantil: ¿Cómo es este juego?
No todos los niños participan
necesariamente en el juego.
Las relaciones con
los compañeros se hacen de forma casual.
Cuando un jugador tiene la pelota, el
resto corre detrás de é1, o colocándose
delante de él intenta recibirla o arrebatársela Compañeros y adversarios son
contrincantes que impiden que el niño posea el balón.
No existe equipo en
ataque o en defensa, sólo jugadores que quieren
conseguir el balón.
La pelota pasa a menudo de un equipo a
otro.
La presencia de
las porterías no modifica fundamentalmente el
comportamiento. La pelota va raramente de una portería a otra.
Del niño que empieza: ¿Cómo se comporta en ataque?
En posesión del balón:
Conduce él solo el
balón hacia la portería contraria. Si puede, lo
lanza a portería.
Si no puede tirar,
pasa al primer compañero que esté a su lado o lanza el
balón de cualquier manera.
Si la defensa es tan fuerte que no le
permite avanzar con el balón hacia portería,
pasa a uno de los compañeros, generalmente al que él considera el
mejor.
Si no está
en posesión del balón:
Permanece inmóvil observando al que
posee el balón.
Se dirige hacia
él.
Se imagina que le van a pasar el balón.
¿Cómo se comporta en defensa?
Mira al que tiene el balón.
Se sitúa entre el
que tiene el balón y el adversario más próximo.
Intenta interceptar el pase si el balón
pasa cerca de él.
2) Objetivo
final que se pretende
Evolución
final del juego
Que todos
los jugadores participen en el juego.
Que los jugadores se organicen juntos,
formen una red, un bloque; y que cada uno marque a un adversario.
3) Proceso de enseñanza
El programa educativo debe comprender, la
elección didáctica de los juegos y además el
desarrollo mental e intelectual que hace emerger la capacidad de respuestas tácticas y estratégicas a cada una
de las diferentes situaciones.
Elección de los
juegos
Los criterios didácticos que determinan la
selección de los juegos son:
Su potencial
educativo, su valor para la formación física general y su capacidad de
desarrollo de las acciones complejas (atención,
concentración, percepción, etc.).
Las particularidades psíquicas, intelectuales
y físicas de cada edad. No se trata
únicamente de adaptar la materia en función de la edad, sino de ejercer una influencia correcta y en relación con
el desarrollo del niño (la enseñanza bien planteada precede al desarrollo del
niño).
La motivación de
los juegos es un factor esencial, tanto desde el
punto de vista del desarrollo de la personalidad como para la eficacia
pedagógica.
Es necesario conceder una mayor
importancia a los juegos “claves”, que,
debido a su interés, su valor formativo y la problemática estratégica que plantean pueden ser repetidos frecuentemente
y que incluso pueden ser motivo de competiciones.
Todos los juegos deben
servir y orientarse en función de la enseñanza de los deportes de equipo. Hay
que ver en cada juego una forma de preparación para la práctica de los deportes
institucionalizados.
Desarrollo de la formación estratégica
Sólo la influencia del educador permitirá que
el juego se desarrolle en función del objetivo propuesto. Una de las funciones del profesor será la de
orientar la motivación de los alumnos de manera que el objetivo pedagógico sea asumido por los alumnos.
La contribución del maestro consiste en:
Crear una situación problemática y
concienciar de ella a los alumnos.
Conducirles a las respuestas a partir de
sus propios conocimientos.
Analizar la
solución descubierta y utilizada.
El profesor debe fijar objetivos estratégicos
concretos para cada juego,
con el fin de desarrollar continuamente las capacidades mentales de los niños.
Capítulo: 4
El Juego
En cualquier
situación de juego todos los jugadores intervienen siempre de forma global. En la competición, en el juego
real, los estímulos externos actúan directamente sobre el deportista,
bien en la tensión emotiva, bien en la realización
del gesto; por consiguiente, el hecho de aislar un gesto técnico de su contexto constituye una situación
artificial. Sólo el juego real
permite respetar el contexto global:
objetivo a conseguir — compañeros —
adversarios
El juego es el resorte que posee el niño para
impulsar por sí mismo su desarrollo y
crecimiento, independientemente de estímulos externos. Por este motivo, y por ser una actividad generadora de placer, el
juego es enormemente motivador, logrando que el niño se entregue plenamente y
sin reservas a la acción que entraña el propio juego.
Lo que guía al niño en el juego
es la tarea a realizar; delante de cada problema, el niño aporta sus propias soluciones, sus respuestas personales. El niño que juega es un niño que experimenta, descubre y
reafirma sus posibilidades.
Impregnarse de esta actitud
educativa es admitir el ensayo experimental,
el derecho al error y el derecho al “tiempo perdido”. El niño debe ir encontrando nuevas dificultades que le sometan a
una constante reflexión. El educador debe saber
dosificar las dificultades proponiendo juegos que permitan a los niños
progresar mejorando sus posibilidades. El juego permite incluir problemas adaptados al nivel del niño.
El ingenio y la capacidad del profesor lograrán, modificando el juego sin desvirtuarlo, introducir variaciones que
comporten algunas correcciones de ejecución.
Aprender jugando y aprender a jugar mejor son
dos condiciones inseparables, y bajo ningún pretexto
debe la última ganar terreno a costa de la primera.
Análisis del juego
El juego permite responder a los objetivos de la educación física y a la
iniciación deportiva, pero es imprescindible
que aquél esté bien elegido.
Cuando se propone una situación pedagógica, el
profesor debe someterla previamente a una serie de preguntas:
¿Es motivante?
¿Permite una cantidad de trabajo
suficiente?
Problemas de la espera: no dejar
que los niños esperen durante mucho tiempo a que les llegue su turno.
Problema de la eliminación: organizar
el juego para que no existan eliminaciones.
Problema de los desplazamientos:
deben ser suficientemente largos e intensos.
¿Permite una mejora cualitativa de las
acciones motrices?
La motricidad no debe ser estereotipada.
Debe suponer adaptación y coordinación.
El niño debe encontrarse en situación de
tomar decisiones. de poder elegir, de desarrollar su inteligencia estratégica.
Mejorar las
relaciones sociales: relaciones de colaboración, ayudar
a los demás, solicitar su ayuda.
Factores que hacen evolucionar el juego
Para hacer
evolucionar los juegos, hay que tener en cuenta fundamentalmente tres
factores.
el
acondicionamiento del medio;
el
entorno social;
las
reglas.
Cada uno de estos factores está compuesto al
mismo tiempo de elementos modificables sobre los que el profesor puede actuar
para transformar la situación inicial.
Al variar estos factores, el niño se enfrenta
a múltiples situaciones, donde las
conductas motrices evolucionan diversificando y aumentando su complejidad. Para ilustrar lo planteado se presenta el
siguiente cuadro
Organización de
los juegos
La organización de los juegos debe permitir
sacar el mejor partido de su potencial educativo. Si bien es cierto que todos
los juegos tienen características
comunes, no lo es menos que cada uno supone para el profesor un problema particular.
Algunas de
las cuestiones a tener en cuenta en la organización de los juegos son:
En cuanto a la preparación:
Selección de los
juegos a utilizar. El criterio de selección deberá
basarse fundamentalmente en las características de los alumnos, los objetivos
educativos y las posibilidades de realización.
Adaptar las condiciones del juego a:
la edad de los practicantes;
su nivel técnico;
su grado de preparación física;
las condiciones
atmosféricas;
el tipo de terreno;
el entorno.
Preparación del material
Elección del campo de juego para la
práctica de los juegos seleccionados.
• En
cuanto a la ejecución:
Formar equipos homogéneos
Diferenciar
claramente los equipos.
Informar regularmente a los jugadores del
resultado y proclamar el resultado Final.
Confiar rápidamente a los participantes la
organización de sus juegos.
Didáctica
aplicada a los juegos
La actividad practicada por el
niño debe ser siempre el punto de partida, tanto si aquélla nace del seno del
grupo como si es propuesta por
el profesor. El tiempo dedicado
a los aprendizajes dependerá de las dificultades surgidas durante el juego, las
cuales no serán impuestas a priori por el educador. A partir del
momento en que el niño sienta la
necesidad de determinados aprendizajes éstos
deben ser aprovechados para enriquecer la actividad que se practique.
Para convertir la acción en educativa, el profesor
deberá actuar a la vez sobre:
El niño: los ejercicios propuestos supondrán problemas con relación a la
madurez del niño, de manera que le permitan progresar.
El medio: modificarlo para enriquecerlo y favorecer la adaptación del niño a
situaciones variadas (por ejemplo: la modificación de una regla puede llevar a
una toma de conciencia más directa sobre el aspecto social, permitiendo al niño
situarse mejor en el grupo).
Fases en
la acción pedagógica
Desde un punto de vista metodológico y de cara a potenciar el protagonismo
del niño en el desarrollo del juego, se propone una secuencia en la que se
respeta y se favorece la reflexión infantil sobre las decisiones a tomar.
1ra. fase: juego global
Dar
algunas reglas fundamentales y jugar
inmediatamente. La explicación debe ser lo más breve posible. Siempre que
sea posible, deben emplearse esquemas o dibujos.
A medida
que transcurra la acción, dar precisiones sobre el juego e introducir nuevas
reglas.
2da. fase: parar después de unos minutos
de juego
Los jugadores de cada equipo se reúnen y discuten de la organización
sobre el terreno, de una posible táctica, etc.
3ra.
fase: volver a la práctica del juego
Aplicación
de las decisiones del equipo.
4ta.
fase: parada
Reunión de
los dos equipos, explicando lo que había sido decidido: esto ha sido
logrado, lo otro no. ¿Por qué?
Los jugadores constatan sus defectos:
causas de los errores.
Los
jugadores que no han participado activamente emiten sus juicios.
Es
aconsejable que en los juegos donde los jugadores son reemplazados, éstos
observen a sus camaradas.
5ta fase
El
profesor propone juegos o modificaciones con objeto de paliar las deficiencias
surgidas. Ejemplo: los jugadores no consiguen hacer bien los pases. El profesor
propone un juego que centre su acción sobre pases en movimiento. Así al
continuar jugando, los niños podrán perfeccionar la técnica del pase.
6. fase: juego durante 15 o 20 minutos
Este
tipo de acción pedagógica debe
permitir:
Una
participación activa de todos los niños.
Una mejor
comprensión del juego.
Dar prioridad
al juego, practicando inmediatamente otro juego más complejo.
Mejorar
progresivamente las posibilidades de los jugadores, haciéndoles conscientes de
sus progresos.
Utilizar
las pausas y descansos para estructurar mejor el equipo, para hacer descubrir a
cada uno sus posibilidades y permitir la toma de conciencia de los elementos
socio-afectivos del grupo.
La motivación en el
juego
Para que el niño continúe en su
progresión y mejora, es imprescindible mantener un nivel mínimo de motivación.
Dos hechos, entre otros, pueden ser origen de esta motivación:
el conocimiento
de los resultados;
la recompensa.
Después de cada juego el profesor
debe comunicar los resultados y la clasificación obtenida, haciéndolo siempre
de un modo sistemático.
En
cuanto a la recompensa, puede ser un comentario elogioso por parte del
entrenador o profesor, o los aplausos de los demás jugadores.
La práctica de los juegos es
favorable a la hora de adquirir ciertos hábitos que pueden repetirse después en
los entrenamientos más específicos.
Cuando un individuo se entrena sin conocer sus
resultados, es muy poco probable que progrese. En los deportes de equipo, el
jugador en el que se suelen observar mayores progresos es el que mejor puede
evaluar los resultados de sus acciones personales.
Por
lo tanto, según la ley del efecto, un vínculo que puede modificarse se ve reforzado o debilitado cuando le
acompaña la satisfacción o el aburrimiento. El profesor debe crear un
sentimiento de satisfacción en el alumno. El aprendizaje depende de las
satisfacciones y de las recompensas.
B. J. Cratty afirma: El aprendizaje
se encuentra con frecuencia mejorado por la presencia de un tipo cualquiera de
recompensa, ya sea evidente u obtenida simplemente por el éxito.
Elementos
para una clasificación
Modelos
para analizar y sistematizar los juegos
No es
suficiente agrupar los juegos en clasificaciones parciales de alguna
característica que los defina, a menos que ésta suponga un criterio propio en
relación con el modelo pedagógico que se utilice. El hecho de clasificar es el
primer paso en la determinación de un criterio. Una clasificación es una
interpretación, un soporte para el análisis. Clasificar es actuar y
pre-experimentar y el valor de una ordenación está en función de su aportación
y fecundidad.
Cada clasificación facilita una
visión de conjunto y ofrece, partiendo de su propósito, los medios pedagógicos
para la realización del proceso de enseñanza.
Posibles clasificaciones de los juegos
Existen numerosas clasificaciones de
los juegos. Cada una de ellas supone un modelo diferente de interpretación.
Energético-funcional
Juegos
muy activos.
Juegos activos.
Juegos
de intensidad media.
Juegos
de poca intensidad.
Según el grado de intervención
Juegos
de eliminación progresiva.
Juegos
de participación total, pero intervención parcial determinada.
Juegos
de participación total e intervención libre indeterminada.
En función del tipo de movimiento
Juegos
de marcha.
Juegos
de carrera.
Juegos
de salto.
Juegos de lanzamiento.
Juegos de lucha.
Juegos
de equilibrio.
Juegos
de coordinación.
Juegos
sensoriales.
En función del efecto a lograr
Sensoriales: visuales
auditivos
táctiles
de
gusto y olfato
de
orientación
Motores: coordinación
velocidad
de reacción
locomoción
saltos
equilibrio
lanzamientos
De
desarrollo anatómico.
De
desarrollo orgánico.
Gestuales.
En función de la dificultad
Juegos
que suponen dominio del cuerpo.
Juegos
que suponen dominio de los desplazamientos.
Juegos
que suponen dominio de un objeto.
Juegos
que suponen relaciones de colaboración y oposición.
Dimensión social
Juegos
individuales.
Juegos
de grupo.
Juegos de equipo.
Clasificación de los juegos en función de su
estructura funcional
Cada juego supone un nivel de
complejidad diferente, debido al mayor o menor número de información o
variables a tener que tratar.
Se han agrupado los juegos en tres
grandes bloques:
juego de organización simple àjuego codificado à juego reglamentado
En el juego de organización simple, la comunicación motriz no es prácticamente
utilizada. No existen apenas acciones de cooperación o colaboración ni de
oposición. Son juegos de tipo individual, en los que cada niño se compara a los
demás o intenta realizar una tarea más rápidamente que sus compañeros.
El espacio no representa grandes
problemas. Su utilización no es compleja.
La reglamentación utilizada es
sencilla, y las normas poco complejas.
La estrategia se basa en aspectos
tales como la persecución, juegos de tareas, etc.
En el juego codificado, la comunicación motriz supone un grado más elevado,
dado que en este tipo de juegos aparecen ya relaciones de colaboración o
cooperación. No existen todavía acciones de oposición directa (contacto físico)
frente a otros (equipo adversario).
El
espacio es utilizado con diferentes criterios, siendo una cuestión a tener en
cuenta en el desarrollo del juego. El marcaje y desmarcaje constituye una
acción constante.
La estrategia aumenta en dificultad
al tener que incorporar el aspecto grupal del juego.
La reglamentación aumenta en su
complejidad y el niño debe conocerla y utilizarla en el desarrollo de la
actividad.
En
el juego reglamentado, la
comunicación motriz adquiere su forma más elevada, puesto que añade a las
acciones de colaboración entre los miembros de un equipo las acciones de
oposición con respecto al equipo contrario.
El
espacio supone una utilización compleja. Suelen aparecer diferentes tipos de
subespacios .Las demarcaciones suelen responder a medidas estandarizadas.
La
estrategia se suele basar en acciones de defensa-ataque. Los equipos son siempre
estables y existe una reflexión colectiva en torno a las acciones comunes a
realizar.
El paso siguiente al juego reglamentado sería
la práctica directa de cada deporte. El progreso realizado previamente a través
de la comprensión y el análisis de los elementos que configuran la lógica
interna de los juegos, pone al niño en condiciones de abordar con seguridad las
dificultades que le supone esta práctica. Conoce el espacio y su utilización;
sabe que debe colaborar en equipo y comunicarse con sus compañeros, así como
oponerse a sus adversarios; el ataque y la defensa son conceptos asumidos.
Sólo debe adaptarse a la normativa que exige cada reglamento. De hecho, no es
más que seguir adelante en la progresión.
El material y el terreno de juego
La utilización de un material de
calidad y la posibilidad de disponer del equipo adecuado son una importante
motivación para el niño.
a. Material
Material básico:
—
Balones:
Redondos. • De
caucho.
Ovalados.
• De cuero.
De diferentes
tamaños.
(La práctica de
los deportes requiere la utilización de balones reglamentarios.)
Aros: a ser
posible de plástico.
Pañuelos: de
diferentes colores.
Dorsales o
petos.
Cuerdas:
De saltar.
Para delimitar
el terreno.
Banderines.
Bates.
Anillos:
De plástico.
De caucho.
Mazas.
Silbatos.
b) Terreno
Las líneas de
demarcación
Para jugar en las mejores
condiciones, los terrenos de juego necesitan trazados y delimitaciones
precisas. Las posibilidades de marcaje, por otra parte, variarán en función de
la calidad del suelo.
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