domingo, 1 de julio de 2012

Movimientos sociales Subjetividad Educación Popular Pensamiento crítico


Subjetividad
Movimientos sociales Subjetividad Educación Popular Pensamiento crítico
Resumen Ejecutivo
Un hecho reconocido en la época actual es que la educación, como actividad formadora de sujetos en función de opciones de futuro y proyectos sociales, no es exclusiva del sistema educativo formal. Entre otros espacios y procesos sociales con alto potencial educativo están los llamados movimientos sociales; esta modalidad de acción colectiva tan significativa en los cambios sociales contemporáneos, no solo es el resultado de la confluencia de voluntades, practicas e ideas de múltiples individuos y colectivos, sino que contribuye a la formación de estas subjetividades y sujetos.
Esa relación dialéctica entre movimientos sociales y sujetos que los protagonizan ha sido evidenciada por diferentes autores, pero no suficientemente estudiada. En efecto, en la literatura sobre movimientos sociales es común encontrar, especialmente desde la tradición europea, afirmaciones no sólo sobre su capacidad para transgredir los límites del sistema, sino también para generación de nuevos marcos de interpretación y valoración de la realidad, de identidades y de formas de interacción y acción social; es decir, se atribuye a los movimientos sociales una capacidad de transformación de la sociedad, así como de las subjetividades y los sujetos que los agencian.
Algo similar sucede con las propuestas educativas que buscan intervenir en los movimientos y organizaciones sociales para formar a sus participantes como sujetos. Es el caso de la educación popular, corriente pedagógica cultural generado en torno a los planteamientos de Paulo Freire; uno de sus rasgos de su discurso es su interés por contribuir en la formación de los sectores subalternos como sujetos de cambio, desde el acompañamiento educativo a sus organizaciones y movimientos. Sin embargo, desde esta tradición no se han desarrollado estudios sistemáticos acerca del modo como se forma o transforma la conciencia, la voluntad y las actitudes de los educandos.
Movimientos sociales y educación popular, a su vez se definen como prácticas emancipadoras inspiradas en paradigmas de pensamiento crítico. Así pues, movimientos sociales, educación popular y pensamiento critico son asumidos por sus impulsores, participantes y simpatizantes como prácticas sociales emancipadoras que se alimentan recíprocamente; sin embargo, esta mutua interacción no ha sido abordada como objeto de indagación sistemático.

Transformación de actitudes frente a la equidad en
niños y niñas de sectores de alta conflictividad social,
en un proceso de socialización política y educación
para la paz

· Resumen: Se presentan los resultados de la investigación que analiza el
efecto del programa “Niños y Niñas Constructores de paz” en las actitudes de
equidad y aceptación de la diferencia en niños y niñas colombianos de 8 a 10 años
de edad, de instituciones educativas (escolares y de protección) ubicadas en sectores
de alta conflictividad social. Se trabajó un diseño cuasi-experimental de dos grupos,
uno experimental de 195 niños y niñas participantes en el programa y otro control
de 166, con pre y post-test. Los resultados muestran un impacto significativo en las
actitudes de los niños y las niñas del grupo experimental, sin diferencias por género
o tipo de institución.
Palabras clave: socialización política, educación para la paz, actitudes de
equidad, participación infantil, formación ciudadana



Reflexión sobre la Subjetividad, organizadas por la Universidad de Morón.
En él me propongo reflexionar sobre la relación entre la educación y el respeto por las otras culturas. Posteriormente realizo una propuesta para trabajar esta temática áulicamente mediante la utilización de un corpus de filmes que toman como temática la discriminación, la violencia, la intolerancia, etc.

Subjetividad. Educación y cultura. Estas tres palabras me provocan una serie de reflexiones (y no más que eso) sobre el tema en nuestras escuelas y me hacen pensar en cuál podría ser el camino a transitar para poder trabajar el tema institucional y áulicamente, logrando de esa forma el respeto por la cultura del otro.
La educación tiene en nuestro país un gran desafío – lo cual no constituye ningún descubrimiento - que precisamente consiste en lograr que los alumnos adquieran como principal competencia el aprecio de distintas culturas, entre ellas la latinoamericana en el contexto de la globalización. Este es un desafío muy complejo porque en un contexto como el de nuestras escuelas públicas, el desprecio hacia el otro, hacia el diferente, hacia el otro cultural es algo de todos los días. Cuando digo que es algo presente en nuestras escuelas, no olvido que estas no son islas, sino que tan sólo reproducen lo que pasa en el exterior de ellas y que por lo tanto las características del sujeto posmoderno y de la sociedad neoliberal, son las enunciadas anteriormente.
En un escenario tan complejo como el de nuestros escenarios educativos coexisten diferentes tipos de culturas. Algunas de ellas tiene su origen en el ámbito escolar y en el intento por organizar la tarea a los afectos de que la misma sea mucho más fructífera. Esta cultura está compuesta por los timbres, los horarios, las organizaciones internas, los premios y los castigos, etc. Ellas servirán para que el futuro hombre y mujer adquiera determinadas costumbres por medio de la socialización y el cumplimiento de normas, que aunque arbitrarias, son fundamentales para la vida. Por supuesto que esta cultura escolar es sumamente criticada y para muchos es una muestra más de una institución vacía, hecha de gestos y de formas, un intento para poder seguir diciendo “aquí estoy”. Sin embargo, y a pesar de sus críticas, está presente. Pero también se aprende otra cultura que es la que le servirá para poder comprender críticamente el momento histórico al que pertenece y que deberá tener una base regionalista (en el sentido de región como aquel espacio no sólo geográfico sino poblacional y cultural que tiene características comunes que le dan una esencia única y distintiva frente a otras culturas). Y esta es la cultura más importante que es posible aprender. Precisamente la escuela es un espacio intercultural en el cual conviven distintas culturas que deben ser valoradas y conocidas profundamente. Así deben entrar al aula el conocimiento de distintas culturas sin prejuicios ni etnoculturalismos. Esta otra cultura que se debe aprender en las escuelas es la cultura del compartir, del aceptar al diferente, la del intercambio, de la discusión bien entendida y la de la búsqueda del consenso. En ese sentido creo que está es la misión de hoy frente a la cultura. La primera de ellas – decía - es fundamental para la vida en la sociedad. Eso se dijo – y se dice- desde hace años, pero en nuestros días esa cultura escolar no logra solucionar los problemas de la escuela. El último aspecto de la cultura desarrollado es fundamental. Pensemos tan sólo por un momento que en un mismo espacio coexisten la cultura de la calle, del cartoneo, de la mendicidad, de la delincuencia, de la bailanta, la de las comunidades bolivianas y de otras nacionalidades y provincias que conviven con nosotros, la de las familias que pese a la crisis de valores generalizadas con la que nos encontramos intentan seguir hacia delante y apostando a una educación de calidad.
Con ese conjunto heterogéneo debemos trabajar, en líneas tales como el intentar que desaparezca la xenofobia, es decir ese miedo al extranjero, al otro, al desconocido. Pensemos que si nuestros alumnos apenas se conocen, o apenas conocen a sus padres a quienes ven unas pocas horas al día, qué interés pueden tener en conocer y valorar al otro, al diferente (por su origen, sus costumbres, o sus elecciones personales, tales como la religión, la sexualidad, etc.). “Diferentes, distintos, todos contra todo lo que sea igual a lo único que conozco, igual a mi” . Este pensamiento está presente, a veces en el nivel del discurso y otras, en el de las acciones. Hoy prevalece el miedo, el individualismo. Cada una de las personas que nos rodean son extraños (y lo son para nuestros alumnos) y la mejor manera de responder a ese hecho es por medio de la violencia y del rechazo. Desde las escuelas hay que decir que no a ese modelo que se fue gestando muy despacio y que está arraigado en nuestros alumnos – y sus familias. Es necesario comprender al otro cultural y saber que la persona que tengo al lado, aunque sea diferente, no significa un peligro para mi integridad. El único peligro es aislarse, encerrarse, negarse a la diversidad y perderse lo más importante que es el compartir con el otro para de esa forma aprender con y por el otro.
Hoy es necesario que nuestros alumnos aprendan básicamente a ser personas, a hacer, a pensar y a vivir en comunidad. Esto no es fácil ya que muchas veces hay que renunciar al egoísmo, a determinadas construcciones culturales heredadas desde antaño y fundamentalmente a la violencia y la apatía.
Pero si hablamos del ser personas y del vivir en comunidad, es importante destacar que sólo lo podremos hacer si desarrollamos distintas competencias básicas que tengan como finalidad comprender que en un contexto latinoamericano coexisten – y coexistieron – diferentes culturas y que no existe una más valiosa que otra, esto sólo es posible si desde las instituciones educativas tenemos como prioridad fundamental a la cultura de los otros, de nuestros hermanos latinoamericanos.
Sintetizando: La escuela tiene varios desafíos sobre la cultura, pero el más importante es el de enseñar a respetar y a valorar al otro, entendiéndolo como una parte integrante de mi cultura. Nuestros alumnos deben comprender que la manera de vivir no es por medio de los instintos, característica fundamental del racismo según Jean Paul Sartre, sino por medio de su espíritu, de su razón, gracias a la dignidad que tenemos como seres humanos capaces de aceptar al otro y de aprender con él y a partir de él.
Y ¿qué salida puede ofrecer la escuela? Tan sólo lo dicho: trabajar en y por la diversidad para lograr el respeto por el otro. Una experiencia realizada en una escuela consistió en abordar la temática desde los contenidos actitudinales y por ejemplo, a partir de la utilización del cine forum / modelo ORA realizar la proyección de distintos filmes que puedan permitirle al alumno ver las problemáticas con las que se enfrentan los “otros culturales”. Si bien el cine no fue creado para educar, tenemos que tener presente que es una excelente herramienta que permite que los alumnos comprendan mejor los hechos y sus consecuencias a través de los relatos cinematográficos . Trabajar con películas como Philadelphia , Rejas de cristal , Los chicos de la calle , Las cartas de Alou , Compañeros inseparables o Al sur de los Ángeles pueden significar excelentes punto de partida. E acuerdo con el tiempo del que se disponía se optó por pasar de alguno filmes algunas secuencias pero con otros se prefirió pasarlos en su totalidad para que los alumnos pudieran tener una visión completa de la problemática enunciada en la película. A partir de la proyección, la idea era comenzar a hablar sobre el filme. Una puerta de acceso al mismo era por medio del aspecto fruitivo. Que los alumnos digan con qué personajes se sintieron identificados, explicitar por qué. Aquí ya entramos en una etapa de trabajo importante ya que esa simple identificación nos permitía observar en qué lugar se encontraba el alumno

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